Carlos B.Rodríguez Madrid | viernes, 22 de febrero de 2019 h |

La no aprobación del proyecto de PGE para 2019 y la convocatoria de elecciones anticipadas parecen haber asentado un mensaje en el Gobierno y en el partido política que le sustenta, varios de cuyos representantes vienen planteando en diversos foros la necesidad de dejar a un lado la política rasa y avanzar. Es lo que, en el ámbito sanitario, trasladó hace unos días el secretario general de Sanidad. Protagonista de un desayuno informativo del Foro Salud, organizado por Nueva Economía Fórum bajo el mecenazgo de Bidafarma y ante un auditorio que contaba con representación de todo el sector, Faustino Blanco lanzó el guante para iniciar una rebelión contra toda “frustración cainita” y apostar por una “propuesta país” que contribuya a convertir España en un “referente internacional biosanitario”.

Este modelo de futuro se sustentaría en una relación proactiva y abierta entre la industria y los organismos públicos o privados, así como en una “nueva cultura empresarial” que permitiera plantear “un desarrollo inteligente y especializado” en el ámbito sanitario. Pero llevarlo a cabo requiere, sobre todo, de un cambio de mentalidad colectivo. “Lo importante es que todo el mundo asuma la necesidad de crear una organización conjunta que aglutine a las partes, para realizar aquellas actividades que optimicen los resultados del todo frente a actuaciones individualizadas”, aseguró el secretario general de Sanidad.

Las palabras de Blanco dejan a su paso dos reconocimientos valiosos para el sector. El primero, para el sector farmacéutico en particular: “En nuestro modelo asistencial —dijo el secretario general—, la colaboración público-privada es percibida positivamente en muchos otros ámbitos, como ocurre con el sector de la tecnología sanitaria, donde se han llegado a alcanzar acuerdos de compromiso que nos proponemos renovar en los próximos meses, como ocurre con el convenio suscrito con Farmaindustria, que permite la modulación del gasto farmacéutico del SNS en función de la función de la economía”. El segundo reconocimiento fue para el entorno sanitario en su conjunto, “como un sector de actividad económica” que actúa “como polo de atracción de otras iniciativas o como potencial factoría en el campo de la I+D+i de productos, técnicas y tecnologías, y con capacidad para generar capital productivo y valor añadido”, añadió el secretario general.

Una estrategia sostenida

Recorrer este camino conjunto, según Blanco, debería facilitar la cohesión y la eficiencia del sistema sanitario, dando respuesta a tres preguntas: qué SNS se quiere de aquí a 10 ó 15 años, cómo llegar a conseguirlo y cómo generar espacio para una economía vinculada al conocimiento. Para el secretario general, “las políticas de luces cortas —en relación a los recortes acometidos por el Ejecutivo anterior— obviaron que la sostenibilidad financiera de la sanidad pública sólo es posible si la gestión sanitaria se realiza bajo parámetros de eficiencia y coste-efectividad, y apostando por la innovación”. Por todo ello, su apuesta por una política de luces largas confluye en la que, según resaltó Faustino Blanco, es la “verdadera amenaza interna” para la sostenibilidad: “no disponer de una estrategia sostenida para que la financiación en sanidad se incremente acompasadamente con el PIB y sea mantenida a lo largo del tiempo”.

Los sistemas, añadió, se están enfrentando al reto que supone el avance de las nuevas tecnologías, la irrupción de medicamentos y tecnologías innovadoras que requieren de una financiación muy elevada. “Hoy día, garantizar el acceso equitativo de los pacientes a la innovación, logrando simultáneamente mantener equilibrio financiero, constituye quizá el mayor de los desafíos que afronta nuestro Ministerio de Sanidad y un ejemplo claro son las CAR-T y la nueva farmacopea biológica”, dijo.

Otro de estos retos resaltados por Blanco es la explotación de los datos clínicos almacenados digitalmente, a partir de un repositorio y a normalizado y seguro de datos multidimensionales para impulsar aplicaciones analíticas para todo el ecosistema biosanitario. Este repositorio, añadió, deberá incluir necesariamente la práctica clínica, la Salud Pública y epidemiológica, la gestión sanitario de las administraciones, “pero también y no menos importante, a las universidades, los centros de investigación y un pujante sector de start-ups alrededor de la salud y los estilos de vida con claras sinergias con todos los anteriores”.