C. R. Madrid | viernes, 13 de enero de 2017 h |

Tres de los modelos farmacéuticos europeos más avanzados, el alemán, el británico y el francés, han decidido recientemente avanzar por el mismo camino: techos de gasto para innovaciones. En España, el Gobierno aprovechó la renovación del protocolo con Farmaindustria para anunciar su interés en llegar a acuerdos con otros proveedores. El camino parece marcado, aunque a nivel político la oposición es total y tampoco los economistas lo tienen claro. Cinco de ellos han puesto de manifiesto sus claroscuros en un artículo de difusión incluido en el quinto volumen de la revista EDS.

“Los techos de gasto globales no solucionan el problema de trasladar la restricción presupuestaria a nivel de detalle”

Desde el lado negativo, el juicio de Jaume Puig-Junoy, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), es tajante: los techos de gasto globales “no solucionan el problema de trasladar la restricción presupuestaria a nivel de detalle: target populations, indicaciones y nuevos medicamentos”. Pero, por contra, permiten a los gestores saber de antemano el gasto máximo en una patología o medicamento concreto. Desde ese punto de vista, algunos de los expertos entienden su vertiente positiva, aunque con matices. Según Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la UPF y director de su Centro de Investigación en Economía y Salud, “se ha de razonar suficientemente para que el acuerdo macro sea asumible, en su reparto, a lo más micro de la gestión clínica”.

“Se ha de razonar suficiente para que el acuerdo macro sea asumible, en su reparto, a lo más micro de la gestión clínica”

Joan Rovira, profesor de la Universidad de Barcelona considera que este enfoque constituye, de hecho, “un fondo general para todas las tecnologías innovadoras”. El problema, a su juicio, es definir qué es innovación y cuántos años a partir de su lanzamiento se considerará innovador un producto. Por ello, este experto optaría por promover “fondos de innovación biomédicos”, que tendrían como objetivo pagar, no los productos, sino las innovaciones en sí mismas. “El innovador recibiría un premio o cantidad fija en función de la aportación terapéutica y económica global de su innovación y eventualmente unas royalties dadas, pero el producto se produciría y comercializaría como un genérico, es decir, en condiciones de competencia, desde el primer día. Esto permitiría a la sociedad determinar de forma transparente y más conscientemente cuánto quiere gastarse en innovación biomédica, de forma similar a como lo hace en inversión pública, educación o defensa”, explica.

“Este enfoque constituye de hecho un fondo global. Para mí debería pagarse, no el producto, sino la innovación en sí”

Los grises apuntan también a la medición de resultados. Así lo indica David Cantarero, profesor titular de Economía y responsable del Grupo de I+D+i en Economía de la Salud de la Universidad de Cantabria, para quien “no es una cuestión sólo de techos de gasto sino de fijar en dónde se invierte como coste-efectivo en resultados en salud y dónde se desinvierte dado que los recursos sanitarios son limitados”. La misma línea sigue Jaime Espín, profesor de la Escuela andaluza de Salud Pública. “Sabemos lo que vamos a gastar pero no si lo gastamos adecuadamente. Medir los resultados en salud sería —dice— el siguiente paso”. Claro que también cabría dar un paso previo: que la fijación del precio estuviera establecida de forma transparente y en relación a su valor. “Si hacemos esto posiblemente sea menos necesario hacer techos de gasto; es decir, los techos de gastos pueden ser el resultado de una manera inadecuada de fijar los precios”, añade Espín.

“No es sólo cuestión de techos, sino de fijar dónde se invierte como coste-efectivo en resultados en salud y dónde se desinvierte”

La agenda de la legislatura

La opinión de los expertos sobre lo que debería incluirse en la agenda sanitaria de la legislatura se completa con un ‘no’ a fondos finalistas, un ‘sí’ a lo que implica un Hispa-NICE (aunque no necesariamente mediante la creación de una agencia) y otro voto a favor del establecimiento de umbrales coste-efectividad en España por patologías.

“Los techos de gasto pueden ser el resultado de una manera inadecuada de fijar los precios de los medicamentos”