La gripe es un importante problema de salud, tanto por la mortalidad que puede provocar directa o indirectamente, como por las complicaciones que ocasiona y los costes económicos y sociales que origina. Por ello, los miembros del Grupo de Trabajo sobre Gripe 2022, organizado por Fundamed con la colaboración de Seqirus, apuntaron a la vacunación como la medida de prevención más eficaz que se traduce en la bajada de la tasa de morbi-mortalidad en los diferentes grupos de edad en los que se ha proporcionado la vacunación y, además, una reducción de la transmisión del virus.

Si el Grupo de Trabajo sobre Gripe 2021 ya destacó la necesidad de aumentar las tasas vacunales, este año el grupo de expertos señala que el objetivo de mayores coberturas debe ir unido al uso de las mejores vacunas disponibles en cada momento para cada grupo de población. “Todas las vacunas son necesarias porque, si no, no se puede dar una respuesta adecuada a la población”, afirma.

Y es que no todas las poblaciones de riesgo deben recibir las mismas vacunas, sino que se debe buscar la mejor y más eficiente para cada grupo. Un hecho especialmente importante en los mayores de 65 años, grupo en el que se da una mayor carga de enfermedad y, además, presentan también diferentes comorbilidades que agravan la posible infección.

“Se debe buscar la mejor vacuna antigripal y la más eficaz para cada grupo de población”

Los expertos, sin embargo, ponen de manifiesto que, en la actualidad, existen vacunas de inmunogenicidad aumentada, como las vacunas adyuvadas o de alta carga, cuya eficacia está avalada por distintos organismos internacionales independientes, como el ECDC en Europa, el NACI en Canadá, el STIKO en Alemania, el JCVI en Reino Unido o la AIFA en Italia.

Estrategia de vacunación

Una de las herramientas más necesarias para ayudar a concienciar y seguir potenciando la vacunación antigripal es una correcta estrategia de vacunación que haga hincapié en la importancia de esta enfermedad y en la efectividad de las vacunas. Los expertos auguran que en este periodo marcado por la pandemia de COVID-19, en el que apenas ha habido circulación de la gripe, la inmunidad individual “podría haber descendido”, pues ésta no solo depende de la inmunización a partir de la vacuna, sino de la exposición del virus cada año. “En tal caso, solo se dispone de la inmunidad a cargo de la vacunación y, si no se vacuna en la próxima temporada, podría darse una epidemia de gripe con mayor morbi-mortalidad, sobre todo en pacientes mayores”, recalcan.

“Si en la próxima temporada no se vacuna de gripe, podría darse una epidemia con más morbi-mortalidad”

Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, las coberturas de vacunación antigripal durante la temporada 2021-22 fueron altas. Se estima que la mayoría de las CC. AA. rondan el 70 por ciento en mayores de 65 años, pero aun así no alcanzaron las recomendadas por la OMS (75 por ciento). Si bien es cierto que la amplia aceptación de la vacuna COVID-19 debería, en opinión de los miembros del grupo de trabajo, mejorar las tasas de vacunación antigripal, “no se debe perder la oportunidad de la doble vacunación, pues la concienciación frente a la COVID-19 es superior que frente a la gripe y las eficacias de las vacunas no son las mismas”.

En este sentido, los expertos ven necesario seguir trabajando en mantener la confianza de la población con estrategias de campañas de comunicación y sensibilización dirigidas tanto a la población diana como a los profesionales sanitarios. “La campaña debe ser potente, institucional, inteligente, clara y dirigida a diferentes grupos poblaciones”, resumen. Incluso, añaden, se precisa de una acción coordinada del sector público y el sector privado que permita normalizar la aceptación de la vacunación. Un ejemplo de esa posible colaboración público-privada es el impulso de estudios de eficiencia para que, de forma rutinaria, se puedan analizar los resultados de las diferentes estrategias de vacunación y favorezca a la hora de tomar decisión.

De este modo, proponen realizar dos tipos de captación: activa y oportunista. En primer lugar, el proceso de captación activa debe incluir registros poblacionales de vacunación que permitan captar a los grupos diana por edad u otros factores de riesgo. En base a los registros, emitir invitaciones personalizadas por SMS, WhatsApp o correo electrónico que incluyan una cita (lugar, día y hora) para recibir la vacuna y, según los resultados obtenidos, captar a aquellos que no haya acudido mediante una llamada telefónica personalizada.

Respecto a la captación oportunista, se trata de establecer un sistema de aviso en la historia clínica informatizada para que, en caso de contacto con el sistema sanitario, el profesional ofrezca la vacunación. En estos casos, se debe tener establecido un mecanismo de vacunación inmediata. Asimismo, es importante contar con un sistema de gestión de almacén y stocks que asegure la disponibilidad de dosis.

Vuelta a la estacionalidad

Los expertos coinciden en la incertidumbre que está dejando la pandemia, la cual no ha terminado, y se preguntan cómo afectará a las coberturas vacunales en gripe y al comportamiento del propio virus. La opinión mayoritaria es que poco a poco se recuperará la normalidad, “con los canales epidémicos habituales que existían antes de la COVID-19”. Así, consideran que la estacionalidad volverá, como ha ocurrido con otros virus en otras pandemias. “Se volverá a lo ‘normal’, pero con un ‘invitado’ más”, apuntan, aunque queda por ver cómo se integrará la gripe en un nuevo contexto ecológico de virus respiratorios.

“Poco a poco se recuperará la normalidad, con los canales epidémicos habituales”

En cuanto a las coberturas, mientras que unos argumentan que no variarán mucho y esperan que el comportamiento de la población sea similar a los dos últimos años, otros piensan que, a pesar de que se podrán mantener las altas coberturas en los pacientes de riesgo, aquellas de la población general bajará por la sobreexposición a la información y el “hastío” pandémico.

Cabe recordar que, según informa el Ministerio de Sanidad, las vacunas de ARNm frente a la COVID-19 se pueden administrar de manera concomitante con la vacuna antigripal y no existe ninguna contraindicación al respecto. Además, no es necesario guardar ningún tipo de intervalo temporal entre la administración de cada vacuna.

“La posibilidad de una revacunación y el hecho de que puedan existir vacunas combinadas frente a la COVID-19 y la gripe, se presenta como un escenario muy favorable”, exponen los miembros del grupo. Del mismo modo, la huella que ha dejado la pandemia ha permitido sensibilizar a las personas de la utilidad y necesidad de la vacunación, lo que ha provocado que las coberturas vacunales ascendieran de manera visible y objetiva. El ver que una infección respiratoria de etiología viral, baja de manera clara su mortalidad, tras la administración de vacunas, permite extrapolar el comportamiento a la gripe. Y eso es algo que se debe aprovechar para mantener las coberturas. De hecho, se ha observado ciertos elementos de tensión que consiguen aumentar las coberturas de la vacunación antigripal. En 2009, coincidiendo con la pandemia de la gripe aviar, subieron las coberturas. Al año siguiente bajaron y luego se mantuvieron en un 50-55 por ciento, hasta que llega la pandemia de COVID-19 y vuelve a producirse un incremento. De esta manera, se debe aprovechar esa tensión para realizar un discurso que cale entre la población y entienda la importancia de la vacunación.

En este sentido, los expertos consideran que la “gripalización” de la COVID-19 es una contradicción que no puede ser comunicada como una solución, pues rebaja el nivel de alerta de la población frente al “serio” problema que supone el virus de la gripe. “Puede ir en contra de la importancia que queremos que la población dé a la gripe”, apuntan.

Utilizar todos los recursos necesarios

Una de las propuestas de los expertos para lograr aumentar las coberturas y permitir un acceso más fácil a la vacuna es ampliar el periodo de vacunación. “Es importante protocolizar la posibilidad de que la administración de la vacuna de la gripe vaya diferida a lo largo de los meses, incluso enero y febrero”, indican.

Además, inciden en la necesidad de utilizar todos los recursos posibles: “Para vacunar y vacunar mucho, se necesitan personas que administren las vacunas; si algo ha demostrado la pandemia es que se necesitan recursos para poder actuar”. No hay que perder de vista que la incidencia de la gripe se suele concentrar en 8-10 semanas, periodo durante el que “se compromete la capacidad de asistencia en primaria, urgencias y asistencia especializada”.

“Vacunar de gripe es invertir en salud individual y colectiva y hay que resaltar este beneficio indirecto”

A pesar del grave impacto de la pandemia, una de las cosas “buenas” que ha traído es el registro específico que se creó para la vacuna de la COVID-19, que se empezará a desarrollar para el resto de las vacunas y, es posible, que todas las CCA comiencen a tener un registro unitario de vacunas. Algo que ayudará en la gestión de la estrategia vacunal. En definitiva, los expertos insisten en invertir en salud. Y, en concreto, en salud pública. “Vacunar de gripe es invertir en salud individual y colectiva y hay que resaltar este beneficio indirecto de la vacuna antigripal”, concluyen.

Invertir en vacunas, un ahorro para el SNS

En la actualidad, existen vacunas antigripales disponibles que son coste-efectivas, por lo que se debería actualizar el calendario vacunal del adulto con las mejores vacunas. Los expertos hacen hincapié en que la prevención y la inversión en vacunas supone un ahorro para el sistema sanitario e instan a dotar a este ámbito de un presupuesto mayor.

El coste-efectividad de la vacuna de la gripe es “indudable” y contribuye a que el sistema sanitario sea sostenible: evita los costes económicos que la gripe ocasiona tanto para la sociedad como para el sistema sanitario. Puesto que los recursos suelen ser limitados, cada vez será más importante evaluar los beneficios (directos e indirectos) de los programas de vacunación, por lo que los estudios de coste-efectividad son necesarios. Pero, además, el grupo de expertos aboga por análisis evaluadores de la eficiencia y estudios de coste-beneficio. “De cuanta más información se disponga para tomar decisiones, mejor”, señalan.

Dando por cumplidas la evidencia y la seguridad de las vacunas de inmunogenicidad aumentada, un elemento que se debe tener en cuenta es el precio. Juega un papel muy importante a la hora de comprar vacunas porque pone el foco en la importancia de contribuir a la sostenibilidad del SNS.