¿Medicalizar las residencias o no? Esta es, sin duda, una de las grandes cuestiones que ha puesto sobre la mesa la pandemia de la Covid-19. El debate está ya sobre la mesa de la Comisión para la Reconstrucción. La primera compareciente del Grupo de Sanidad y Salud Pública, Carmen Ferrer, enfermera, jefa del Servicio de Información y atención al Paciente del Hospital Central de la Cruz Roja y con amplia experiencia en gestión, se ha mostrado partidaria de «trabajar de otra manera«.
Los argumentos de esta experta, que ha sido coordinadora científica de la Estrategia de Cronicidad del SNS desde 2012 hasta su reciente relevo, hace tres meses, ahondan en otro de los puntos que, a su juicio, debe abordar el sistema de cara al futuro. Carmen Ferrer defiende que «cada paciente tiene que estar en el recurso que necesita en cada momento». De ahí que se requiera, añade, «un sistema de cuidar en seguridad» más que medicalizar las residencias.
«No hay que generar confusión. No es lo mismo una residencia que el hospital: la residencia tiene una misión, y el hospital, otra. Cada uno que haga lo que sabe y llevemos al ciudadano a donde necesite estar», defiende.
La trascendencia del cuidado complejo en la vida cotidiana
La exposición de Ferrer ha dado visibilidad a Enfermería y ofrecido a los diputados pistas de lo que podrían ofrecer al sistema en el proyecto de reconstrucción. En este sentido, la experta se ha referido a todos los ámbitos que, según los expertos, deberían abordarse de cara al futuro.
Mejorar la coordinación
Carmen Ferrer es más partidaria de hablar de colaboración. En línea con su oposición a medicalizar las residencias, esta experto cree que Enfermería, por sus competencias en el ámbito de los cuidados, puede aportar bastante a la hora de diseñar un plan para cuidar de forma segura.
Mejorar la continuidad asistencial
Es decir, buscar a las personas el recurso sanitario que necesitan en cada momento. Eso supone un cambio, pero España ya tiene experiencia. Desde enfermeras de continuidad asistencial hasta enfermeras de enlace pasando por enfermeras gestoras de caso. Estas experiencias, dice Ferrer, «han generado evidencia científica, así que es un modelo exportable».
Potenciar los cuidados a domicilio
La asistencia domiciliaria ha sido una realidad durante la pandemia. El problema es que los cuidados en el domicilio no están incluidos en la cartera de servicios. La profesión enfermera, dice Ferrer, está dispuesta a «liderar los equipos y hacer de éste un servicio».
Enfermería, en el marco del (auto)cuidado
Según Carmen Ferrer, el autocuidado hasta ahora «ha carecido de valor». A su juicio, las enfermeras comunitarias del siglo XXI deben capacitar a las personas en su propio cuidado, acompañarlas y sustituirlas cuando sea necesario. Para ello, deberían poder desarrollar estrategias de autogestión y autocuidado de la salud.
En la misma línea, Ferrer cree que el apoyo de las enfermeras a los cuidadores «debe convertirse en un servicio de la cartera» a liderar por Enfermería. «Hoy los cuidados en la cronicidad son complejos. Habrá que desarrollar estrategias de respiro, para que el cuidador no claudique. Un recurso sencillo es montar escuelas de cuidadores en los hospitales. Mientras estamos allí, el tiempo puede ser terapéutico y las enfermeras comunitarias pueden continuar esa formación a posteriori», ha dicho.
Supervisión en el cumplimiento terapéutico.
En opinión de esta experta, la Atención Primaria no tuvo «un enfoque claro» durante la pandemia. En el caso de enfermeras, reconoce que se relegaron «cometidos específicos», como la vacunación infantil, la educación para la salud o la supervisión de la adherencia terapéutica. «Hay que trabajar la adherencia y se puede hacer bien desde el ámbito de los cuidado», asegura.