Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 07 de diciembre de 2018 h |

En 2017, la OCDE aceptó el requerimiento de los ministros de Salud de sus países miembro para elaborar un informe que les ayudara a asegurar el acceso a los nuevos medicamentos. Una de sus conclusiones es clara: “La confianza entre los pagadores, la sociedad civil y las compañías farmacéuticas se ha erosionado”. Incrementar la transparencia es crucial, resalta el informe Pharmaceutical Innovation and Access to Medicines, para restaurar esa confianza perdida. Y éste es solo uno de los principios que deben guiar las opciones políticas para hacer frente a los demás retos. Otras guías para los estados podrían ser incrementar el valor (eficiencia) del gasto farmacéutico, apostando por precios diferenciales y por una mayor competencia, así como dotar al sector de un marco estable y predecible.

Sólo así cree la OCDE que se podrá afrontar con éxito el reto de garantizar el acceso y la sostenibilidad del sistema, al tiempo que se recompensa la innovación farmacéutica, en un contexto en el que, según el informe, los precios en ciertas áreas (ver gráfico) se están incrementando a un ritmo “que no siempre coincide con mejoras en los beneficios”. Esto genera problemas en ciertos países, que tienen problemas a la hora de generar acceso a innovaciones cuyo un impacto presupuestario resulta inasumible. Y la OCDE recuerda que este trabajo no es un compendio de recomendaciones, sino una muestra del abanico de políticas que los estados pueden elegir adoptar para conseguir el objetivo.

¿Qué se puede hacer?

Además de la transparencia, se puede restaurar el diálogo y la confianza mediante la publicación periódica de información autorizada sobre las actividades de la industria y los riesgos, costes y retornos de la I+D; y con actividades de cooperación y horizon scanning.

Incrementar la eficiencia del gasto farmacéutico es, de todos los retos detectados, el que más herramientas presenta. Cabe la posibilidad de promover la competencia dentro y fuera del mercado de patente; “explorar paquetes de pagos” en oncología; facilitar la cooperación en evaluación de tecnologías sanitarias y ajustar condiciones de cobertura y precios en función de la evaluación del desempeño de los fármacos en la práctica clínica. En línea con ello, la OCDE recuerda que es posible fomentar la cooperación en las negociaciones de precio, así como en la contratación y la compra pública, algo que a juicio de los autores no sólo beneficia a los países, sino también a la industria.

De cara a reducir los costes de la I+D, las propuestas son dos: armonizar los requerimientos regulatorios (por ejemplo, reconocimiento mutuo) y acelerar el acceso para aquellos medicamentos que con un beneficio potencial significativo.

Por último, el trabajo apunta a la necesidad de desarrollar y ajustar incentivos que animen la innovación en áreas con necesidades médicas no cubiertas, así como a determinar cuál es la disposición a pagar por los nuevos tratamientos, consensuando las reglas del sistema. “El desarrollo y aplicación por parte de los pagadores de criterios transparentes que determinen la disposición a pagar permitiría a los desarrolladores saber por adelantado qué nivel de recompensa pueden esperar”, recuerda el informe.