Médico, senador, diputado y portavoz del Grupo Popular de la Comisión de Sanidad del Senado y la Asamblea de Madrid. Eduardo Raboso cuenta una visión periférica de la sanidad en todo su conjunto, como demuestran los diferentes ‘sombreros’ con los que viste su trayectoria profesional, tanto en el ámbito clínico como en el político, donde aglutina experiencia a nivel regional y nacional. El Global ha podido entrevistarle en exclusiva en un año innegablemente marcado por el paso por las urnas, que miran de frente al sector con ganas de poder encontrar respuestas en los nuevos responsables que cojan el testigo de las administraciones públicas, ya sea en las consejerías como en el propio ministerio…

Pregunta. La sanidad en España se enfrenta a un año de elecciones tanto en la mayoría de las autonomías como a nivel nacional. ¿Cuáles son los grandes desafíos que enfrentarán los potenciales gobiernos en los próximos años?

Respuesta. Hay un desafío crónico que es el de la financiación que sigue sin acometerse. Este va a agravarse por un segundo desafío, el cual ocupa el primer puesto dentro de los grandes problemas de la sanidad española: los recursos humanos. Se está convirtiendo muy rápidamente en un problema insoslayable que amenaza con paralizar la sanidad tal y como la entendemos, sobre todo en un contexto en que se jubilará más del 30 por ciento de los facultativos del sistema público de salud en los próximos 10 años. Estamos formando médicos en un número asombroso, somos el país que más médicos forma después de Corea del Sur, pero se van; o cortamos la hemorragia o no tenemos nada que hacer, no es sostenible el Sistema Nacional de Salud.

P. Otro gran reto es la incorporación de la innovación en tiempo y forma, como pone de relieve el Informe W.A.I.T. ¿Cómo se puede mejorar el proceso de precio y financiación en España?

R. A mí me parece una vergüenza nacional que tengamos este promedio en más de 600 días. En España en los últimos años se está consolidando el movimiento asociativo que presiona y es testigo de la inoperancia de la administración sanitaria. Muchas de estas innovaciones afectan sensiblemente a la calidad de vida de las personas o a su propia supervivencia. La CIPM podría asignar un precio de forma rápida, pero no se entiende que haya que hacer otra valoración técnica desde un punto de vista farmacológico. Hay que eliminar las redundancias con Europa, porque además es que hacen mucho más eficiente el sistema y ahorras. Si podemos reducir dramáticamente esto haciendo nuestro el criterio de la EMA.

P. En este marco se plantean varias medidas vía RD e incluso criterios ‘soft law’, a expensas de la reforma de una Ley del Medicamento que parece que no llegará a tiempo. ¿Sería una prioridad acometerla para el PP?

R. Tengo la sensación de que en estos momentos el Partido Popular tiene un líder que tiene un conocimiento directo de la sanidad; a Alberto Núñez Feijóo no hay que explicarle nada, tiene su propia conciencia de la realidad sanitaria y su propio criterio, porque fue presidente del Insalud. Además, dentro de las filas del Partido Popular los médicos somos el sector más consolidado, tenemos una verdadera armada. Eso refleja hasta qué punto la sanidad es una prioridad. No soy yo quien dicta las prioridades, pero después de haber hecho la Ley de Farmacia de Madrid, 16 años para una la Ley del Medicamento son demasiados; la realidad del fármaco en España no tiene nada que ver con la que era entonces, habida cuenta de lo que ha pasado durante la pandemia y teniendo en cuenta los requerimientos de la sociedad en estas cuestiones.

“16 años para una la Ley del Medicamento son demasiados; la realidad no tiene nada que ver con la que era entonces”

Tenemos que recordar, por ejemplo, lo que pasó con los fármacos de la hepatitis C, que fue erradicada. Había un cortoplacismo a la hora de contemplar esa realidad que era absolutamente intolerable y las asociaciones tuvieron mucho que ver con revertir todo el tancredismo que hubo con esta cuestión. Eso ha sido un ejemplo muy claro de hasta qué punto las cosas tienen que cambiar en este país en cuestión de aprobación de fármacos y de agilidad en su tramitación.

P. Planteado el problema de inversión sanitaria vs PIB, ¿sería posible incrementar esta partida?

R. La gente informada cree que la sanidad está transferida y que, por tanto, si una sanidad autónoma y va bien o mejor a mejor o peor depende exclusivamente el gobierno autonómico, y eso no es cierto. Hay muchas cosas absolutamente nucleares que siguen dependiendo del Gobierno central. Lo cierto es que de las 17 comunidades autónomas hay tres que aportan dinero. En cifras del año pasado, 188 millones de euros proceden de Baleares; 1.500 de Cataluña; y Madrid contribuye con 4.500 millones, es decir, la mitad del presupuesto sanitario en 2022 y nadie protesta por ello. Cuando la izquierda dice “lo que tiene que hacer Madrid es subir los impuestos”, lo que se calla es que de cada tres euros que recauda Madrid con impuestos propios, dos se van al Gobierno central.

Cuando a la gente le dice que tiene una enfermedad grave, como una enfermedad degenerativa o una enfermedad oncológica, en la que se juega dramáticamente su calidad de vida o se juega directamente su supervivencia, mucho hacen lo que sea necesario para venir a Madrid; el año pasado 160.000 personas. En Madrid no se recibe ni un céntimo por esas personas, el fondo de compensación hace tiempo que se extinguió y muchas de ellas incluso se terminan empadronando. No hay ninguna financiación especial que recoja de alguna forma la convergencia de pacientes de todo el país en la comunidad.

P. ¿Cómo valora su actividad en el Senado en la presente legislatura y cuál debe ser el papel de la cámara en el futuro?

R. Yo estoy muy orgulloso del Grupo Popular en el Senado. Tenemos un catedrático de cirugía general, una médico de familia, un urólogo, un farmacéutico, un veterinario, gente que ha estado en gestión sanitaria, un antiguo secretario de Estado de Sanidad que también es un médico muy reconocido… ¿Qué grupo en qué parlamento de este país tiene un elenco de profesionales así? El PP en esta cámara es capaz de hablar y diseñar iniciativas de lo que haga falta. El problema del Senado es un problema congénito por así decirlo, nació como una cámara a la que se le dotó de una escasa relevancia. A mí me parece un defecto de funcionamiento muy grave y que nos daría muchísima más relevancia; ya se cuidaría el Congreso de llegar a acuerdos mucho más sólidos para que en el Senado las cosas no se modificarán en contra de su intención.

P. España asumirá la Presidencia del Consejo de la UE en julio con el cáncer como prioridad. En Madrid, donde usted es portavoz del PP en la Comisión de Sanidad, se viene haciendo una fuerte apuesta con la ROM, por ejemplo…

R. No estamos en condiciones de asumir ningún papel de liderazgo. Desde mi punto de vista, no tenemos un ministerio para establecer, guiar, organizar o sentar criterios en cuestiones de política sanitaria ni farmacéutica, bajo ningún concepto. No podemos decirle a Alemania, Francia o Italia cómo hay que hacer las cosas. Tienen mucha más respetabilidad y mucho más reconocimiento algunas sanidades regionales como, por ejemplo, la de Madrid.

En la comunidad se da una sanidad muy singular, hay una proximidad geográfica que facilita mucho la comunicación, el intercambio de ideas y luego hay una cosa que es esencial: la libre elección. Esto no solamente permite al paciente irse a donde él quiere, sino que permite mover al paciente según se considere que va a ser mejor atendido. Es tremendamente fácil el aprovechamiento del ‘expertise’ y del ‘know how’ de la sanidad madrileña. 

“Es tremendamente fácil el aprovechamiento de la experiencia y del ‘know how’ de la sanidad madrileña”

P. Precisamente el cáncer está en lo alto de la agenda política europea, ahora que España está cerca de coger los mandos de la citada Presidencia. ¿Sería necesaria la figura de un coordinador responsable para abordar este importante desafío?

R. Se tiene que constituir un liderazgo. El ministerio en estos momentos no tiene a nadie de un peso específico suficiente como para marcar un criterio para convertirse en una especie de ‘influencer’, por así decirlo, para el tratamiento de nada. Las decisiones y criterios del ministerio durante la pandemia fueron sometidos a críticas absolutamente feroces. Tenemos que generar un ministerio con presencia técnica en el mundo de la sanidad y un grupo de trabajo suficiente como para crear criterio. El ministerio ha perdido masivamente su ‘corpus’ técnico.


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