El Comité especial constituido por el Parlamento Europeo para analizar la pandemia de COVID-19 y extraer lecciones sobre las actuaciones realizadas, ha recibido la visita del comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton. Con la comparecencia del responsable francés se ha ahondado en las fortalezas y debilidades demostrada durante el transcurso de la crisis sanitaria, concretamente en los aspectos concernientes a la capacidad de fabricación, producción y divulgación de vacunas, así como los principales problemas a los que hubo que enfrentarse.

Previa intervención de Breton, Kathleen Van Brempt (S&D), presidenta de la citada comisión, quiso poner en valor el impresionante esfuerzo para que estas vacunas estuvieran listas rápidamente. Sin embargo, la eurodiputada belga ha destacado que en los primeros compases de la pandemia se desconocía “mucha información clave”, entre otra, la previsión de los tipos de cuellos de botella que habría o de la cadena de suministro.

Kathleen Van Brempt, presidenta del Comité especial COVID-19 del Parlamento Europeo.

“Queremos averiguar qué se ha hecho bien y que no, y qué podemos aprender. Se trata de averiguar no solo lo que se ha hecho aquí, si no también en otras partes del mundo como EE. UU., donde sabían qué se podía hacer para incrementar la productividad de sus fábricas de vacunas. Allí no todo funcionó muy bien, pero la cadena de suministro estaba mejor preparada y podemos aprender algo”, ha explicado.

Breton ha valorado la gestión europea de la COVID-19 como una de las mejores, recordando que el continente fue “cuna” de las primeras vacunas que funcionaron. “En el sector industrial se dice que normalmente se tardan años en fabricar una vacuna. En Europa lo hemos conseguido en muy pocos meses, convirtiéndonos en el productor mundial más importante de ARN mensajero, además de los mayores exportadores de esta vacuna”, ha enfatizado.

Desafíos industriales de la producción

Según ha recordado el comisario, en lo respectivo al aspecto industrial, cuando tomó cargo de la responsabilidad Europa se había dotado de un enfoque común para la adquisición de vacunas, tratando de coordinar y evitar “una competencia malsana entre los Estados miembro”. “Ha habido toda una serie de empresa incipientes nuevas que permitieron producir la vacuna en apenas nueve meses. Se produjo en Europa, con investigación europea y con fondos europeos, algo a destacar, en un proceso que normalmente lleva de 5 a 10 años”, ha reseñado.

Sin embargo, ha reconocido que al principio existieron problemas. “Faltaba una cultura industrial de urgencia y de anticipación en el seno de la Comisión Europea. La investigación iba bien, pero había que saber producir en masa y a tiempo”, ha reflexionado.

Según Breton, las primeras medidas adoptadas no contenían un aspecto industrial satisfactorio, dado que “no había una herramienta que permitiera averiguar qué capacidad de producción teníamos y como se podía incrementar”. “Cuando empezó a funcionar la producción en escala, trabajamos a contrarreloj a un ritmo impresionante. Para fomentar la producción y que se tomaran medidas había que estrechar relación con las fábricas y los gobierno, solo así se podía defender el interés común”, ha explicado en su comparecencia.

“Faltaba una cultura industrial de urgencia y de anticipación en el seno de la Comisión Europea”

Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior

Todo ello permitió definir cuáles eran los cuellos de botella en la cadena de suministros, definiéndose 150 elementos críticos de los 500 que se necesitaban para fabricar una vacuna. Para ello, ha detallado que se habló con los abastecedores para calibrar mejor la demanda y cuantificar necesidades. “La política de Europa era seguir exportando, la mitad era para nuestros ciudadanos y la otra mitad para otros países”, ha destacado, subrayando que EE. UU. entonces había cerrado sus fronteras.

Balance, nueva realidad y propiedad intelectual

Hoy día el 83 por ciento de la población la UE está vacunada frente a la COVID-19, por lo que en opinión del responsable galo se ha estado” a la altura de la responsabilidad”. “No cabe duda desde el punto de vista industrial que hemos superado las expectativas”, ha añadido, referenciando además que la constitución de la Autoridad de Respuesta y Preparación para Emergencias Sanitarias (HERA) “ilustra el cambio”. Breton también ha desglosado para la Eurocámara la realidad de la nueva geopolítica de las cadenas de suministro, toda vez que se ha “sufrido” y “extraído lecciones” en lo relacionado adquisición de mascarillas, equipos médicos o vacunas.

“Para una próxima crisis tenemos que ver nuestras dependencias. Hablo de semiconductores, por ejemplo. Luego tenemos que apoyar el ‘ramp up’ operativo industrial de la UE, porque no basta con ser buenos en la investigación en la geopolítica actual, nuestra capacidad industrial debe aumentarse para reequilibrar fuerzas”. En este último apartado ha profundizado en la necesidad de “saber dotarnos para mantener nuestros intereses estratégicos. manteniendo nuestras cadenas de suministro”.

En última instancia Breton ha hablado de la importancia de avanzar “de forma constructiva” en propiedad intelectual como enseñanza COVID-19. El objetivo es ver cómo solucionar la situación de países que no tienen la suficiente capacidad financiera para dotarse de lo necesario. En este apartado ha mencionado el caso concreto de África: “Se trata de producción y transferencia tecnológica, pero también de un ‘know how’ de un dominio de determinados ámbitos a nivel de un continente entero para sacar adelante un dispositivo de este tipo”.


También te puede interesar…