¿La vuelta a la ‘nueva’ normalidad debe estar coordinada por Europa? La Comisión Europea considera que sí. Para ello, han elaborado una estrategia de salida, coordinada con los Estados miembros, y que prepara el terreno para un plan de recuperación global y una inversión sin precedentes. El objetivo, como explica Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, no es otro que una coordinación máxima entre todos los países.

El punto de partida para pensar en esa vuelta a la vida diaria afecta, sobre todo, a la gestión sanitaria de la crisis. Los expertos avanzan que la reversión gradual de las medidas de confinamiento supondrá un aumento de nuevos casos de infección. Sin embargo, esto implica una supervisión constante y un sistema sanitario preparado para adaptarse a los cambios e introducir nuevas medidas. Para ello, aseguran, “Es esencial informar de forma clara y oportuna a los ciudadanos y dar muestras de transparencia”.

¿Cómo saber si estamos listos para el desconfinamiento?

Antes de revertir esta medida, los expertos recomiendan tres criterios principales. En primer lugar el epidemiológico. “Es necesaria una reducción sostenida y una estabilización del número de hospitalizaciones o de nuevos casos durante un periodo prolongado”, aseguran.

En segundo lugar, la capacidad suficiente del sistema sanitario. Esto implica desde un número adecuado de camas de hospital, pasando por productos farmacéuticos hasta existencias de equipos.

En tercer lugar, la capacidad de seguimiento adecuada. En este punto, los especialistas insisten en la necesidad de que los países tengan la capacidad de efectuar pruebas a gran escala para detectar y aislar rápidamente a las personas infectadas, así como la capacidad de ubicación y rastreo.  

Un enfoque común

Gil de Miguel remarca la importancia de que todos los países vayan en la misma línea. Aunque la situación difiere considerablemente de un país a otro, “resulta esencial adoptar un enfoque común”, explican en el documento. Así, tres son los principios que deben guiar a la Unión Europea a la hora de levantar las medidas restrictivas.

La base son los criterios científicos. Dar prioridad a la salud pública es la primera premisa. Eso sí, hacerlo compatible con las soluciones sociales y económicas que se lleven a cabo.

Por otro lado, la acción debe coordinarse entre los Estados miembros con el fin de evitar efectos negativos para todos ellos y fricciones políticas.

En esta línea, la hoja de ruta hace hincapié en el respeto y la solidaridad entre los países. Algo que consideran sigue siendo esencial para lograr una mejor coordinación, comunicar y mitigar las repercusiones sanitarias y socioeconómicas.

Para que el levantamiento de las medidas tenga éxito, es necesario aplicar un conjunto de medidas de acompañamiento que sean válidas para todos los Estados miembros. Entre ellas inciden en la recopilación de datos y el desarrollo de un sistema sólido de información. Una recogida de datos que aseguran debe ir acompañada por un intercambio armonizado de información a nivel nacional e internacional por las autoridades sanitarias públicas.

Al mismo tiempo apuestan por crear un marco para el rastreo de contactos y el envío de advertencias, a través del uso de dispositivos móviles.

Las pruebas y su validación conjunta

Insisten también en la ampliación y armonización de las capacidades para realizar pruebas. “La realización de pruebas rápidas y fiables resulta determinante para efectuar diagnósticos rápidos y para medir la inmunidad adquirida de la población”.  En este sentido, Europa también ha trazado el horizonte para unificar las pruebas de detección frente al Covid-19.

Para la Comisión es necesario plantear una mejora en estas herramientas y para ello hay que tener en cuenta varias premisas. Por un lado, es necesario un incremento de la capacidad de diagnóstico en los hospitales. En este sentido, el primer nivel asistencial será fundamental. Asimismo, optan por instalaciones descentralizadas de los centros a las que puedan acceder también los grupos de riesgo, así como las personas sintomáticas o que estén en estrecho contacto con pacientes.

En segundo lugar, es necesario el establecimiento de sistemas de pruebas de diagnóstico adecuadas, especificando qué pruebas o combinaciones se realizarán. En este punto, habrá que señalar en qué fase tendrán lugar y determinar las prioridades a la hora de aplicarlas, por ejemplo, dando preferencia a los profesionales sanitarios. “Las pruebas que se realicen deben tener una calidad aceptable y llevarse a cabo de modo que exista una aceptación mutua de los datos conexos dentro de los Estados miembros y entre estos últimos. La implantación de pruebas serológicas para evaluar la inmunidad adquirida de la población forma parte de una estrategia de este tipo”, apuntan.

No es descartable tampoco la implantación de equipos de autodiagnóstico una vez que hayan sido validados y se garantice su fiabilidad. La creación de un punto de referencia público que sirva de enlace y aporte instrucciones sobre su utilización y seguimiento permitirá la realización de pruebas individuales. “Estas medidas reducirían la presión sobre los sistemas sanitarios”.

Más recursos

En materia de asistencia sanitaria, además de aumentar la capacidad y la resilencia del sistema, apuestan por aumentar la disponibilidad de los equipos médicos y de protección individual. Para ello, la Comisión presta apoyo a los países mediante el almacenamiento y la distribución de suministros y equipos a través de rescEU y mediante la adquisición conjunta.

Acelerar la introducción de vacunas, tratamientos y medicamentos es otro de los pilares. Todo ello, sobre todo, la vacuna supondría, dicen, un cambio decisivo y crucial para poner fin a la pandemia.

La Comisión Europea insiste en que estas acciones se deben llevar a cabo de manera gradual. “Las medidas se levantarán poco a poco y deberá pasar un tiempo suficiente entre las distintas etapas”. Además insisten en que las medidas generales deben tener paulatinamente objetivos más concretos. Algo que permitiría volver gradualmente a la normalidad sin dejar de proteger simultáneamente a la población. De este modo, hacen referencia a los grupos más vulnerables. Los expertos consideran que deben estar protegidos más tiempo. En esta línea, las personas diagnosticadas deben permanecer en cuarentena y ser tratadas adecuadamente para reducir los riesgos de transmisión.

Nuevas alternativas

Sin duda la vuelta a la normalidad requerirá de ser imaginativos. Conscientes de ello, la Comisión Europea recomienda poner en marcha alternativas a las medidas de prohibición. Eso sí, deben ser seguras y específicas. “Los estados de alarma generales deben ser sustituidos progresivamente por intervenciones más específicas de las administraciones”.

Por otro lado, la Comisión Europea recomienda que el levantamiento de las medidas debe comenzar con las que tengan un impacto local y ampliarse gradualmente a las medidas con una cobertura geográfica más amplia, teniendo en cuenta las especificidades nacionales. “Esto debe permitir adoptar acciones eficaces y adaptadas y un nuevo despliegue potencialmente rápido de medidas en caso de que se produzcan nuevas infecciones”, explican.

Apertura de fronteras

Además, apuestan por un enfoque gradual para la apertura de las fronteras interiores y exteriores que permita la circulación de trabajadores y mercancías esenciales. “Los controles en las fronteras interiores deben levantarse de forma coordinada. Las restricciones de viaje deben aligerarse, en primer lugar, entre las zonas consideradas de bajo riesgo. Los Estados miembros vecinos deben mantener un estrecho contacto para facilitar este aspecto”, aseguran.

En una segunda fase, deben reabrirse las fronteras exteriores para permitir el acceso a los no residentes en la UE, teniendo en cuenta la propagación del coronavirus fuera de la UE. Las restricciones a los viajes no esenciales a la UE deben revisarse continuamente.

En materia económica, los expertos consideran que la actividad debe retomarse gradualmente para garantizar que las autoridades y las empresas puedan adaptarse adecuadamente al aumento de las actividades de manera segura. “Toda la población no debe reincorporarse al trabajo al mismo tiempo y debe seguir cumpliéndose el distanciamiento social. Debe fomentarse el teletrabajo”.

Teletrabajo

Por último, aseguran que las concentraciones de personas deben autorizarse gradualmente. Cuando reflexionen sobre la secuencia más adecuada, los Estados miembros deben centrarse en las especificidades de las diferentes categorías de actividades, tales como: escuelas y universidades; actividad comercial; actividades sociales; y concentraciones masivas.

Asimismo, insisten en no bajar la guardia con las campañas de sensibilización para prevenir la propagación del virus.

Con todo, advierten: “hay que estar preparados”. Los expertos en epidemiología consideran que, incluso con medidas de confinamiento, el virus sigue circulando y cualquier nivel de relajación gradual del confinamiento conducirá inevitablemente a un aumento de nuevos casos. Esto requerirá un seguimiento constante y detallado, así como la disposición de adaptarse y volver a introducir nuevas medidas en caso necesario. Existe el riesgo de un fuerte rebrote y un retorno a medidas de confinamiento estrictas, “lo cual es especialmente importante para los sistemas de asistencia sanitaria”, precisan.