C. R. / J. R.-T. Madrid | lunes, 11 de noviembre de 2019 h |

Tras la resaca electoral toca lidiar con el peor escenario imaginable. El recuento de votos ha confirmado lo que ya pronosticaban las encuestas: que la convocatoria electoral del 10-N no solo no arrojaría algo de luz a la situación de bloqueo político que vive España, sino que lo haría más difícil todavía. La reforma del sistema de financiación autonómica, la gran necesidad transversal a todas las políticas, pero muy especialmente vinculada a la política sanitaria, parece hoy más lejana, si cabe, que hace unas semanas.

A grandes rasgos, la complicada situación a la que se enfrenta el PSOE, ganador de estas elecciones, es la siguiente: tras perder tres escaños, el partido de Pedro Sánchez, que antes duplicaba en número de escaños al segundo partido —el PP— ve reducir esa distancia. Si quisiera repetir el intento de un gobierno progresista de izquierdas, tendría que convencer a muchos grupos, porque las cuentas no salen ni juntando sus votos con los de Unidas Podemos y Más País. Peor aún, las cuentas no salen ni con una hipotética abstención de PP y Ciudadanos.

¿Cuáles son las opciones?

Básicamente, el PSOE tiene dos opciones. Las dos incluyen un esfuerzo de coalición mucho mayor, bien cuantitativo —por la vía de sumar el apoyo de un todavía mayor número de grupos—, bien cualitativo —por la apuesta de una gran coalición PSOE/PP que los analistas piden no dar por descartada—.

Por si todo esto fuera poco, los socialistas han perdido la mayoría absoluta que tenían en el Senado. Es decir, que si la complicada tarea de formar gobierno saliera adelante, se vería obligado a alcanzar acuerdos también en la Cámara Alta.

El futuro de la sanidad

Siendo una de las principales preocupaciones señaladas por los ciudadanos en el CIS, la Sanidad ha pasado a un segundo plano en una campaña que ha estado muy enfocada en el conflicto catalán. Los debates electorales del pasado mes de abril ya la dejaron sanidad muy tocada. Apenas tuvo menciones y las que tuvo estuvieron salpicadas de clichés ideológicos.

En el único debate de esta última campaña electoral express la sensación fue muy distinta, aunque el debate de fondo siguió sin preocupar demasiado a los candidatos a la presidencia del Gobierno. Hubo muchas menciones e incluso la sanidad fue protagonista de ‘encontronazos’ entre los aspirantes pero todo quedó en un escaparate bien iluminado al que le faltó espacio.

Nadie se preocupó, además, del problema real que hoy es una necesidad todavía más perentoria. El envejecimiento de la población y la cronicidad abocan a un mayor gasto público sanitario, algo que para poder acometerse con garantías necesita de una reforma del sistema de financiación que está pendiente desde 2014. De él dependen muchas de las promesas electorales de los partidos —eliminación progresiva del copago farmacéutico, nuevas prestaciones en la cartera de servicios…— que hoy están más que nunca, pendientes de la voluntad política de llegar a acuerdos.