El pasado 9 de septiembre la Comisión presentó el Informe sobre el Futuro de la Competitividad Europea, encargado al ex primer ministro de Italia y ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Se trata de un extenso documento, de unas 400 páginas, donde se analizan las causas de la brecha de competitividad en la UE y se proponen diversas actuaciones con el objetivo de encauzar la situación. Este análisis abarca a un total de 10 sectores, los más relevantes económicamente, entre ellos el farmacéutico. Me centraré en este último, y en particular, en algunas de las medidas que plantea. Spoiler sobre su común denominador: el único camino posible para la UE pasa por una mayor integración.

Eduard Rodellar
Eduard Rodellar.

Un primer bloque de medidas se refiere a la necesidad de fomentar la I+D, esencial en el sector farmacéutico y sin la cual no es posible la innovación. Por un lado, aumentando y concentrando la inversión pública en la UE y, por otro lado, movilizando la inversión privada. Para ello se estima que habría que reforzar un entorno que sea propicio, con incentivos adecuados y también con un mejor marco normativo, más claro y eficiente, sin desigualdades entre Estados miembros.

Un segundo bloque de medidas se focaliza en la necesidad de superar los problemas de fragmentación y de falta de coordinación entre Estados miembros en materia, por citar algunas, de gestión de ensayos clínicos o de los procedimientos de fijación de precio y reembolso de los medicamentos. Una racionalización de las normas aplicables tanto a nivel nacional como europeo permitiría acelerar el acceso a tratamientos y medicamentos innovadores. Así, por ejemplo, en el ámbito de los ensayos clínicos multinacionales, se plantean introducir mecanismos de coordinación entre los comités éticos nacionales y un comité decisorio vinculante a nivel de la UE, o el uso de documentos del ensayo que sean comunes en todos los Estados, para facilitar su aprobación y realización.

Un tercer bloque de medidas pone el foco en potenciar el uso secundario de los datos sanitarios con fines de investigación, con medidas como las que ya tomó en su día España con la disposición adicional 17ª de la LOPD, o en acelerar la implementación del Espacio Europeo de Datos Sanitarios; también en aprovechar el enorme potencial que ofrece la inteligencia artificial para el sector, dotando al sistema de reglas claras para contar con datos de calidad que permitan una más ágil y adecuada toma de decisiones en este ámbito.

Estas son algunas de las propuestas, muchas de las cuales ciertamente no son nuevas, pero no está de más que alguien las ponga negro sobre blanco. En este sentido, el Informe Draghi es un excelente ejercicio de reflexión sobre los desafíos de la UE, con una vocación sin duda eminentemente europeísta. Esperemos que el informe Draghi no caiga en saco roto y se adopte, efectivamente, como una verdadera hoja de ruta durante los próximos años.