La pandemia de la COVID-19 sigue sin dar tregua. A las puertas ya de una cuarta ola, cuando no inmersos en ella, el proceso de vacunación sigue aún sin coger el ritmo necesario para cumplir el ansiado objetivo de inmunizar a un 70 % de la población española (unos 33 millones de personas) de aquí al final del verano. En estos momentos, apenas un 7 % de la población está completamente vacunada y si bien es cierto que en durante este mes de abril se espera un refuerzo con la llegada de la nueva vacuna de Janssen, de una sola dosis y condiciones de conservación más fáciles, no lo es menos que los retrasos en el proceso facilitan la expansión de nuevas cepas (la británica ya es mayoritaria en algunas comunidades autónomas) y dificultan el control de una pandemia, que solo en la tercera ola se llevó la vida de 24.000 personas y 120.000 hospitalizados.

Es posible que ahora haya manos y falten vacunas y en unas semanas nos encontremos en una situación inversa, en la que haya vacunas y quizá no tantas manos. Desde el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas aseguran tener la estructura lista para dar cumplida respuesta a las previsiones más optimistas, pero la experiencia hasta la fecha nos dice que también hay que poner en cuarentena algunas de las previsiones, especialmente cuando sabemos que algunas no se han cumplido, como el plazo previsto para vacunar a los mayores de 80 años.  Además, conviene recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha criticado la lentitud del proceso de vacunación en los países europeos. Ahora, con la llegada de vacunas se abre la puerta a campañas de inmunización masivas en la que todos los recursos, a diferencia de en fases anteriores de la pandemia, deberían ser utilizados.

Es en este punto en el que tiene sentido plantearse cuál es el papel destinado a los farmacéuticos comunitarios y la red de farmacias comunitarias. Siempre hemos manifestado nuestra disposición a colaborar de forma desinteresada con las autoridades sanitarias y el resto de profesionales para mejorar el abordaje y control de la pandemia. Y lo hemos hecho allá donde se nos ha dejado y sin incidencias, más bien al contrario, ofreciendo soluciones de salud que los pacientes no podían resolver con agilidad en sus centros de salud ante el colapso de estos. Con la vacunación esta voluntad sigue vigente.

Las farmacias comunitarias no sirven únicamente para dispensar medicamentos y productos sanitarios y los farmacéuticos comunitarios podemos hacer mucho más, complementando la labor de otros profesionales y ayudando a conseguir de una forma más rápida la deseada inmunidad grupal. Es más, el prospecto de la vacuna de Janssen, que puede consultarse en la página web de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), menciona a los farmacéuticos entre los profesionales que podrían administrar esta vacuna. Por si esto no resultara suficientemente llamativo, en países como Francia, Italia, Reino Unido, Irlanda… por hablar solo de Europa, los farmacéuticos estamos colaborando activamente en la administración de vacunas. De hecho, el presidente de Francia, Macron, eligió una farmacia para anunciar sus planes de vacunación masiva. ¿Por qué no en España? No somos menos ni estamos peor preparados, sino todo lo contrario.  

Desde SEFAC hemos puesto en marcha desde hace semanas a disposición de los farmacéuticos comunitarios y de forma gratuita una formación específica en vacunación frente a la COVID-19 y un registro de farmacéuticos comunitarios voluntarios formados para sumarse a las campañas de vacunación fuera de las farmacias en caso de que las autoridades sanitarias lo requieran. Nuestro colectivo reúne los requisitos adecuados para colaborar en la administración de vacunas, tanto dentro como fuera de las farmacias.

Los motivos son numerosos y contundentes. Hay necesidad, si se quiere alcanzar el 70 % de vacunados antes de verano y cumplir el objetivo ministerial; hay conocimiento y formación; hay experiencia, dentro y fuera de España, pues en nuestro país farmacéuticos ya han vacunado a compañeros en una iniciativa impulsada por el Colegio de Farmacéuticos de Madrid; hay voluntad, ya que los propios farmacéuticos nos hemos ofrecido en reiteradas ocasiones, como ya sucedió durante la campaña de la gripe, y hay vocación de servicio y motivación, como lo demuestra el hecho de que más de un millar de farmacéuticos se hayan sumado hasta la fecha al registro voluntario que activó SEFAC en marzo.

Por si todo esto no fuera suficiente, la participación de los farmacéuticos aliviaría la presión asistencial del resto de profesionales del Sistema Nacional de Salud, al contar con un refuerzo humano adicional que, además, ya ha sido vacunado y está, por tanto, protegido. Además, esta medida no incurriría en gastos estructurales adicionales para el sistema y permitiría aumentar la cobertura de vacunación en menos tiempo para frenar la expansión del virus que desde hace ya más de un año nos ha cambiado la vida.

Estamos preparados. Cuenten con nosotros. En caso contrario, habría que exigir explicaciones a las autoridades y saber el coste económico, pero sobre todo en vidas, de no aceptar la colaboración de los farmacéuticos.