Ahora que tenemos reciente las fiestas navideñas, creo que a todos nos pasa que en muchos momentos nos sentimos como niños. Los nervios de esperar a Papá Noel y/o a los Reyes Magos, la ilusión de abrir los regalos, de compartir con los tuyos, etc. Y es que, cuando uno es niño/niña, lo vive todo de otra manera, con otra intensidad. Hay cualidades en la infancia, como la inocencia, el entusiasmo, la pasión y la empatía, que solemos ir perdiendo conforme nos hacemos adultos y que añoramos en muchos momentos con nostalgia.

Una de esas cualidades, es la capacidad de aprendizaje. Los niños son capaces de aprender prácticamente de todo de manera fácil y rápida. Son como esponjas, capaces de absorber, memorizar e interiorizar nuevos conceptos sin apenas esfuerzo.

Hay muchos estudios en pedagogía y psicología que tratan de desgranar las claves de este asombroso aprendizaje. Todos ellos coinciden en un elemento común, los niños aprenden jugando. Y, ¿qué es esto de aprender jugando? Pues consiste en jugar de manera intencionada para provocar una enseñanza. Implica potenciar una habilidad, conocimiento y/o actitud en específico reforzado a través de la metacognición.

Hoy en día en formación -también en formación médica continuada- son frecuentes conceptos como gamificación, playfullness o serious play – este último concepto hace referencia a los juegos que no se utilizan exclusivamente con fines lúdicos o de entretenimiento-. No son conceptos novedosos, existen desde hace más de cinco décadas, pero, aún hoy, existe cierta reticencia a la hora de adoptar estas metodologías de aprendizaje menos clásicas cuando a formación médica nos referimos.

No obstante, hay muchos entornos sanitarios en las que sí se utilizan. Basta con hacer una búsqueda bibliográfica rápida en las principales bases de datos médicas para ver como técnicas de serious game, gamificación en el entorno e-health y otro tipo de aprendizajes basados en el juego, se usan para formar a distintos stakeholders como enfermería, médicos o farmacéuticos, e incluso se usan para formaciones en áreas terapéuticas como la cirugía.

La industria de los juguetes tampoco es ajena a esto. Importantes compañías como Lego o Playmobil tienen patentadas sus propias metodologías de “juego serio” para adultos con fines formativos y estratégicos.

Sería un buen propósito de año nuevo apostar por una formación médica basada en el juego, que acerque los conocimientos a los profesionales sanitarios de manera divertida, interactiva y diferencial, y les facilite el aprendizaje continuo. Decía Albert Einstein que los juegos son la forma más elevada de la investigación. ¿Y de la formación?