Opinión

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Santiago de Quiroga Editor de EG | jueves, 11 de octubre de 2018 h |

Las multas por unas faltas que se han ignorado van acompañadas de unos ahorros que no se ven

Durante meses se ha criticado por parte de algunas asociaciones andaluzas de farmacias que no se sancionaran los incumplimientos en las subastas. Mucho se ha hablado de las “faltas” de medicamentos genéricos adjudicados a compañías que han sido incapaces, en ocasiones, de garantizar un suministro. Cuando esto ocurre, se produce un trastorno adicional que afecta a las compañías de genéricos que no acuden a las subastas, y que se las ha expulsado de Andalucía: son los que pueden atender a esas faltas. Pero esto tiene un precio: retiran un medicamento de una zona de España para que sea dispensado en Andalucía, por la incapacidad del que ha ganado la subasta. No parece que sea una acción que le reporte beneficio alguno a la compañía de genéricos que desvía sus medicamentos, y que tiene una planificación de producción en la que Andalucía ya no está. Las multas por incumplir se elevan a 17 millones de euros, pero eso no compensa a las compañías que solucionan el problema a costa de perjudicar su planificación. La misma publicación de las multas por unas faltas que han tardado en reconocerse, van acompañadas de unos ahorros que no se ven. El ahorro por las subastas exige de mayor transparencia: a dónde ha ido. Además, el ahorro se produce porque la farmacia andaluza deja de tener beneficios y porque algunas compañías pierden las ventas que tenían de unos medicamentos, baratos por definición, como son los genéricos. Impuestos, IVA, empleo…son variables que hay que considerar en un sistema que no le gusta a los pacientes, ni a los farmacéuticos, ni al sector que contribuye a la sostenibilidad (como los genéricos). No debería nadie insistir en algo que no funciona para la mayoría de sus protagonistas. Las subastas hacen agua por todos lados.