Ursula von der Leyen se está confirmando como el mejor remedio contra el euroescepticismo. Si el liderazgo es aquel conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser o actuar de las personas o en un grupo de trabajo determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo hacia el logro de sus metas y objetivos, la presidenta de la Comisión Europea merece ser considerada, por sus acciones incluso más que por sus palabras, como una de las líderes europeas más carismáticas de los últimos años.
Su último anuncio, la creación de una agencia BARDA al estilo europeo, ha vuelto a demostrar que las instituciones europeas, con la Comisión a la cabeza, han aprendido la lección, y que están trabajando para crear espacios con los que aumentar la fuerza y el área de influencia de la Unión Europea. Los planes lanzados en el Debate del Estado de la Unión para traer a Europa una versión de la Agencia de I+D Biomédica estadounidense constituyen una de las iniciativas más prometedoras para dirigir la innovación farmacéutica en Europa desde una perspectiva más estratégica y más coordinada.
La BARDA de la UE debería maximizar todo lo que ya diferencia al sistema farmacéutico europeo del de USA
Pero aunque la BARDA norteamericana sea un gran ejemplo a seguir, hay cosas que la BARDA de la UE no debería llegar a ser. Esta nueva agencia europea debería maximizar todo aquello que ya diferencia el sistema farmacéutico europeo del de USA: más acceso, más asequibilidad y más sostenibilidad, junto con mayor innovación, por supuesto, que dé respuesta a las necesidades. Una agencia que más que como donante pasivo, actúe como un inversor que aproveche los beneficios que la colaboración público-privada ya está consiguiendo en la UE, gracias a iniciativas como la IMI.
Ursula von der Leyen parece tener muy claro cómo caminar entre dos aguas. Sus palabras y hechos tienen la capacidad de generar el mismo entusiasmo en todos sus receptores, y esta es la base necesaria para avanzar. Sólo así se podrá equilibrar acceso e innovación, algo que para muchos euroescépticos no era posible.
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