La revisión de la legislación farmacéutica europea parece encaminada a provocar el efecto contrarioa lo que pretende. En su propuesta actual de la Comision Europea (CE), dicha estrategia incluye aspectos que harán perder 2.000 millones de euros de inversión en I+D a la Unión Europea. La paradoja es que la revisión de la legislación se pone en marcha porque se quiere un sector resiliente, autosuficiente en suelo europeo, sin dependencias de cadenas de suministro externas, potenciando la I+D y el desarrollo de medicamentos.
Europa a la baja
Pero en estos deseos falta la propuesta de incentivos que sí tienen en cuenta otros continentes. Estados Unidos, China o Japón se harán con la mayor parte de la I+D que Europa cederá, si la revisión de la legislación sigue su curso actual. En estas condiciones, Europa pasaría de aglutinar el 37% de la inversión en I+D mundial al 21 % en 2040.
El informe de la consultora Dolon se ha centrado en el impacto del texto si se aprueba en las condiciones actuales. El daño a la competitividad europea dificultará que Europa atraiga inversiones, desarrolle y lance nuevos tratamientos innovadores que tendrán otros continentes como areas preferentes de inversión.
En realidad, se trata de que el ritmo de la innovación sea todo lo rápido que es en aquellos lugares donde se estimula, protege e incentiva la llegada de la innovación terapéutica. La amarga frase pronunciada por el escritor y filósofo Miguel de Unamuno “que inventen ellos“, puede haber llegado al seno de la Comisión Europea.
¿Pretende la CE dejar a China y Estados Unidos al frente del liderazgo mundial y mantener a Europa como un lugar de venta secundaria de la innovación, cuando llegue?
Y es que Europa no parece que tenga claro cómo hacer del sector farmacéutico una parte estratégica de su desarrollo. Aunque afirma lo contrario, los hechos son tozudos. Aunque haya votado el Parlamento Europeo por tener un sector resiliente y basado en la investigación, todavía piensa en términos pre COVID. Es preciso seguir estimulando y facilitando inversiones en I+D, como reclaman las porpias compañias que operan en otras partes del mundo.
Protección de las patentes
El principal escollo radica en el desincentivo que supone la reducción de la protección de datos de registro, que propone rebajar de los 8 años actuales a 6. Este periodo de protección de datos de registro (PDR) resulta clave para la protección de la propiedad intelectual de la innovación.
Mientras que en Europa se desprotegería la innovación con la reducción del PDR, en otros continentes sería un estímulo para invertir en I+D. En concreto, el informe detalla que uno de cada 5 proyectos de I+D de medicamentos que dependen de los PDR no sería económicamente viable en Europa.
La traslación de esto en números sería más dramática, ya que se perderían 50 de los 225 nuevos tratamientos previstos para los 15 próximos años. Y se ha concretado más el impacto, ya que Europa perderá 16 millones de años de vida perdidos, por el incremento de morbimortalidad prematura en la UE.
Quienes crean que esto afectará sólo a las grandes empresas, se equivocan. No sólo porque no disponer de nuevos tratamientos afecta a las personas, sino por el perfil de pequeñas y medianas empresas del sector biotecnológico. Estas pymes biotecnológicas se trasladarán con sus proyectos a ecosistemas más favorables como Estados Unidos. Por supuesto, su incentivo y desarrollo económico también depende de los periodos mencionados de protección intelectual.
Europa debe decidir si quiere ser ambiciosa y situarse al frente de la I+D mundial o si quiere ser un continente de segundo nivel, sometido al suministro de la innovación desde otras zonas del globo.