En ocasiones, es mejor dejar a las empresas que sigan sus instintos, asuman sus riesgos y obtengan sus recompensas. Se trata de ofrecer estímulos a los que consiguen superar barreras para ofrecer sus tratamientos para resolver problemas de primera necesidad. Ahora es una vacuna contra la Covid-19, mañana será una terapia anticancerosa, por ejemplo.
Pero se trata del mismo asunto: las empresas farmacéuticas dinamizan la economía con sus inversiones, estimulan la investigación útil, cuentan con los médicos e investigadores para sus programas, y van más rápido.
¿Dónde debe estar el dinero?
Existe un debate económico que viene al caso. Algunos economistas piensan que el dinero debe estar en las arcas públicas de manera preferente, a través de la subida de impuestos si éste escasea, como en las crisis. Con un Estado con más recursos, éste puede hacer frente a sus necesidades, y seguir el ritmo de gasto público. Otros economistas piensan que el dinero está mejor en el bolsillo del contribuyente, de forma general. Yo entiendo que en el punto medio está la virtud.
El contribuyente, si paga menos impuestos y dispone de más dinero, consume más. Porque cuando tienen dinero (y empleo) hay consumo, y es el consumo interno un factor clave dinamizador de la economía. Lo estamos viendo con la Covid-19: el parón en el consumo es un lastre de primera magnitud que arrastra la mayoria de los sectores productivos en España: el comercio, los viajes, el ocio, etc.
“El dinero que invierten las grandes compañías farmacéuticas es una de las piezas clave contra la Covid-19″
Las empresas que asumen riesgos
Pero el dinero también está en otros sitios donde se obtiene un beneficio para la sociedad: en las empresas que lo utilizan para asumir riesgos, investigar y ofrecer soluciones que salvan vidas. El dinero que ganan las grandes compañías farmacéuticas es una de las piezas clave de los ingentes recursos puestos a producir contra la Covid-19.
El dinero público resulta imprescindible porque permite también realizar investigación básica o aquella que no obtendría el interés de las compañías. Pero no hay que olvidar que el interés de las compañías, en muchas ocasiones, es el interés de la sociedad. A estas alturas, nadie duda del interés en la vacuna de la Covid-19 como uno de los factores clave para superar la mayor crisis sanitaria del presente siglo.
Pfizer rechaza el dinero público
El Gobierno Federal de Estados Unidos más de 2.200 millones de dólares en ayudas directas a compañías con distintas iniciativas, a través de sus docenas de agencias federales. Se trataba de poner todos los recursos posibles en la mayor parte de compañías y grupos de investigación con un proyecto solvente de vacuna para la Covid-19.
“el dinero público va con condiciones, impone burocracia necesaria e incorpora a funcionarios al proceso”
Pero el dinero público va con condiciones, impone burocracia necesaria e incorpora a muchos funcionarios que quieren realizar sus informes. Por eso, Pfizer ha rechazado los fondos que le ofrecía el Gobierno Federal, ya que necesitaba “ir más rápido“. Y el resultado no se ha hecho esperar: en octubre dicen que registrarán la primera vacuna contra la Covid-19. Su vacuna BNT162b1, según datos publicados en Nature, provoca una respuesta inmunitaria en los sujetos que más que duplica (entre 1,9 y 4,6 veces) el nivel de anticuerpos de personas que han sufrido la Covid-19. Su nivel de protección inmunitaria es alta y la seguridad es buena.
Colaboraciones publico-privadas
En España existe un debate abierto sobre las colaboraciones público-privadas. Un debate con un fuerte componente ideológico que polariza el discurso. Nos olvidamos que las colaboraciones pretenden obtener resultados que sean buenos para la sociedad.
El dinamismo, el riesgo y el conocimiento de cómo trasladar la investigación a patentes útiles es algo que lo público debería potenciar, lejos de entorpecer. En los países con más y mejor investigación que España, se estimula la colaboración público-privada. Porque no es momento de hacer demagogia con que el Estado debe ser muy grande y rico, porque hay que saber utilizar el dinero (y más si es público) en aquello que realmente interese a la sociedad.
El peligroso “total control público” de la investigación en España
Por eso, la conclusión de la Comisión para la Reconstrucción que pretende el “total control público” de la investigación va contra corriente. Sin saber qué es exactamente, no anticipa nada bueno.
“El rechazo de estas y otras cuestiones es unánime por parte del sector”
Parece una manera de conseguir incorporar a funcionarios con instrucciones políticas que no aportarán sino un control (necesario sin duda), pero sin facilitar el proceso de investigación. El rechazo de estas y otras cuestiones es unánime por parte del sector, y la oposición lo ha liderado.
Hay que dejar que cada uno haga lo que sabe hacer, y que las empresas que investigan nos ofrezcan las soluciones que necesita la sociedad.
Pero si nos empeñamos en que lo público dirija sin conocimiento, marcando la pauta a los investigadores, tratando de hacerse con las patentes o dificultando el estudio clínico, entonces es que no importa el resultado de la investigación. Pero eso no es investigar para ofrecer resultados, sino para dejar al Estado engordar sus estructuras y seguir regando con dinero público. Eso es otra cosa.