CARTA DEL EDITOR: Vacunación y cáncer, rutas hacia la equidad

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La equidad es uno de los logros más relevantes de nuestra sociedad. La equidad como objetivo define lo que pueden hacer por la sociedad las personas que han sido escogidas para ejercer las responsabilidades políticas. Cuando hablamos de la salud, la equidad se traduce en mantener los sistemas sanitarios y la salud pública en lo alto de las prioridades de la acción política.

Estas prioridades se comprueban con el incremento de los presupuestos de las Comunidades Autónomas, especialmente en un entorno de transferencias, y el ministerio de sanidad. La prioridad se traslada a los presupuestos, y los principales retos que afronta la sanidad pueden afectar a la equidad territorial.

Es preciso establecer mecanismos que vigilen y promuevan el fomento de una igualdad en el acceso a servicios esenciales, y la sanidad es lo más relevante para las personas, sin duda. En los últimos años se han analizado con profundidad distintos factores que afectan al grado de salud predecible o condicionado que puede tener una persona en función de variables, tanto sociales como de otra naturaleza. La asistencia sanitaria es la principal acción que puede curar o aliviar una enfermedad. Pero existen condicionantes que es preciso abordar, los llamados determinantes sociales de la salud (DSS), que van a ser cada vez más relevantes para identificar y actuar sobre la morbimortalidad de las personas.

En relación a nuestro sistema sanitario asistencial y de salud pública, hay dos intervenciones que influyen en la equidad: las estrategias de vacunación y la asistencia del cáncer. Hay más, pero la evidencia muestra datos contundentes.

Vacunación y equidad

Un reciente informe de la oficina europea de la OMS ha establecido que la vacunación contra la COVID19 redujo un 57% de media la mortalidad por esta infección, salvando sólo en el viejo continente 1,4 millones de vidas. Estas vacunaciones llegaron a todo el territorio, incluso a los pueblos más alejados.

Las emergencias sanitarias pueden descargar su mayor impacto en los más vulnerables, y algunas hipótesis se centran en las capas menos favorecidas de la sociedad, incidiendo en el componente socioeconómico como factor de riesgo. Pero el sistema sanitario público tiene el cometido de prevenir y atender, no de favorecer el crecimiento económico y la prosperidad que, sin duda, afectan a las personas en su salud.

Por eso, España cuenta con un calendario de vacunación infantil que la ha convertido en uno de los países mejor preparados para la prevención de las infecciones en niños. El reto es conseguir que esa equidad en el acceso a las vacunas se traslade a lo largo de toda la vida, a los adultos, es plausible y debe ser un objetivo que fomentará la equidad. La campaña de vacunación anual de la gripe es otro ejemplo de cómo se puede contribuir a prevenir la enfermedad y evitar muertes.

Cáncer, innovación y equidad

La lucha contra el cáncer tiene una parte preventiva, cada vez más relevante, y la asistencial, cada vez con más herramientas y tratamientos terapéuticos. Que sea la segunda causa de muerte no contradice que la esperanza de vida de estos pacientes se haya duplicado en 40 años, según la SEOM.

Pero es preciso ser claros con las razones que están afectando esta reducción de mortalidad, y el más relevante, que no el único, es la innovación terapéutica. En sólo 10 años, los nuevos tratamientos han reducido la mortalidad un 30% sólo en España. La equidad en cáncer implica que cualquier persona sea atendida en nuestro país por un centro dotado de recursos, personal y tecnología. Y que si en su territorio no cuenta con dichos recursos pueda ser atendido en aquellos que si esté dotados.

Los centros de excelencia en cáncer son una prioridad también para la Unión Europea, y España avanza en lograr que toda persona con cáncer pueda ser atendido con todas las garantías del mejor tratamiento, a través del trabajo en red.

La incidencia del cáncer se incrementa porque, entre otras cosas, se diagnostican más procesos oncológicos, fruto de más cribados y más prevención. Pero tenemos diferencias en el nivel de innovación que muestran un aumento en años de vida dispar. Por ejemplo, las personas con leucemia mieloide aguda han incrementado en 10 años su vida entre 1999 y 2016, mientras que en cáncer de vejiga e hígado no superan los 5 años de incremento en el mismo periodo.

El análisis de Frank. R. Lichtenberg de la Universidad de Columbia, ha identificado 42.132 muertes menos de las esperadas en 2016 en España, último año del estudio. El análisis de la rentabilidad para el sistema sanitario de la inversión en innovación no arroja dudas. Con los recursos limitados y las presiones para la contención del gasto en aumento, es preciso priorizar las evaluaciones y facilitar que la innovación cumpla con su cometido, que es salvar vidas y promover la equidad sanitaria.