La presión de los presupuestos con los medicamentos

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Los presupuestos sanitarios están cada vez más sometidos a presión por factores diferentes. Inflación, prioridades políticas, o el control del déficit limitan los presupuestos de manera permanente. Desde las CC.AA. se apuesta por unos presupuestos que suelen crecer con los Gobiernos que sitúan la sanidad como una prioridad.

Más del 40% y hasta casi la mitad del presupuesto sanitario autonómico se dedica a la sanidad. El gasto o inversión en medicamentos supone entre el 15 y el 20 % del total del presupuesto sanitario de todos los países de la UE. Y esa proporción no aumenta y se mantiene estable. Sin embargo, el gasto en medicamentos es el principal foco de atención y contención para algunos Gobiernos y autoridades sanitarias, y especialmente en España.

Inversión en medicamentos

La inversión en medicamentos no debe verse sólo desde la perspectiva de un comprador que no paga, porque pagan las autonomías. Ni tampoco desde un pagador (las autonomías) que no se benefician directamente del medicamento comprado (reembolsado), porque se beneficia el paciente.

La inversión en medicamentos requiere de una comprensión amplia de su impacto. Los medicamentos proporcionan resultados concretos de salud, eliminan costes para el sistema sanitario y generan economías productivas. Una parte de esta inversión viene a través de los ensayos clínicos que contribuyen, además, a mejorar la calidad de la asistencia sanitaria.

Sostenibilidad de la inversión

Recortar la partida farmacéutica minoritaria porque “es más fácil” es como buscar un objeto en donde hay luz, a pesar de haberlo perdido en un lugar distinto. Es una miopía creer que provoca ahorros recortar aquello que produce beneficios de alto valor. El valor clínico de un medicamento puede ser coste-efectivo y debe ser sostenible, sin duda.

Según la consultora Vintura, los países de la OCDE incrementarán para 2040 sus presupuestos sanitarios hasta el 25% del PIB. España se sitúa en la actualidad aproximadamente, con sanidad pública y privada, en una inversión en torno al 9% del PIB. Si el problema de la sostenibilidad va a ir a más, no deberíamos olvidarnos de los beneficios que aporta la innovación y la inversión en medicamentos.

“Invertir menos en sanidad incide en la economía de forma clara”

Inversión mantenida

Las medidas de contención del gasto en sanidad rompen un círculo virtuoso: una mayor inversión como porcentaje del PIB incrementa la productividad, las personas más sanas son más productivas y la dependencia se retrasa. Además, eso permite incrementar los ingresos personales frente a situarse fuera del mercado dependiendo de los subsidios. Invertir menos en sanidad incide en la economía de forma clara. Los nuevos medicamentos se suman a esta inversión global en sanidad.

En el problema de la sostenibilidad, o bien se suben los presupuestos o se reducen los costes. En la reducción de costes se imponen medidas de contención del gasto en farmacia. Pero la partida en medicamentos se mantiene estable en porcentaje del total del gasto, incluso en España ha disminuido, pasando  de situarse en 2000 por encima del 25% a algo más del 15% del total del gasto sanitario en 2018.

Y más importante, con la innovación se producen mejores resultados en salud, en la curación y alivio  de enfermedades. Si disminuye la inversión en medicamentos, se pone en dificultad el modelo económico de desarrollo de nuevos medicamentos, y otros continentes como China o Estados Unidos ganan presencia.

Inversión a compensar

La inversión en medicamentos tiene impacto distinto en el tiempo. A corto plazo, la inversión se enmarca exclusivamente en el presupuesto de medicamentos y facilita aspectos como, por ejemplo, las altas hospitalarias o facilita el retraso en intervenciones quirúrgicas.

A medio plazo, el presupuesto afectado por la inversión en medicamentos es el presupuesto sanitario total. Un ejemplo es la disminución de las visitas a los médicos, cuando los tratamientos cumplen sus objetivos terapéuticos, de prevención o curación. Otro aspecto crucial, por tanto, es la disminución de la morbimortalidad.

A largo plazo, el impacto de los medicamentos va más allá del sistema sanitario y entra de lleno en la economía real, facilitando a las personas ser autosuficientes, trabajar y ser productivas. No vamos a referirnos a otras cuestiones muy relevantes como es la felicidad y la salud mental de ser autosuficiente.

Casper Paardekooper, de la consultora Vintura, pone como ejemplo ilustrativo la terapia génica en hemofilia B. Sin terapia génica, los pacientes con hemofilia moderada a severa pueden costar más de 20 millones de euros al sistema a lo largo de su vida. Y la terapia génica que cueste un millón de euros sería una buena inversión, sin duda.

Pero otros medicamentos como los antirreumáticos biológicos facilitan algo tan sencillo como la vuelta al trabajo y eliminación del absentismo laboral y la incapacidad transitoria. Es importante analizar la dimensión cruzada de los presupuestos, y ver el impacto en las subvenciones de incapacidad, por ejemplo.

Visión desde España

En definitiva, la visión a largo plazo de los presupuestos, el valor social y real en la evaluación del beneficio clínico, el diseño de programas de reembolso innovadores, la integración de presupuestos y analizar el impacto real del medicamento pueden ofrecer nuevas perspectivas a considerar en la aportación global de los medicamentos y de la innovación.

En una reciente conferencia organizada por el European HealthCare Forum Gastein, César Hernández, director general de Cartera Común y Farmacia del SNS, mencionaba que es preciso que entre todos los stakeholders posibiliten “la innovación, el acceso y la investigación como parte de un mismo ciclo “sin renunciar a ninguno de ellos. En su intervencion llamaba a impulsar el “circulo virtuoso” del PIB, mayor presupuesto y mayor productividad, “lo que facilitaría la tarea” de los reguladores, afirmaba el director general en su comparecencia en video llamada.