La ausente perspectiva Covid en política farmacéutica

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Durante 2020 hemos visto la adaptación del mundo a un escenario de pandemia. Durante las sucesivas fases y las olas se han ido incorporando estrategias y planes que tenían presente la realidad del entorno. Todo ha tenido que adaptarse, pero no siempre ha sido fácil ni ha sido con la máxima colaboración de los que deben tomar decisiones públicas de impacto sanitario.

Más celeridad en decidir

El exceso de celo, las dudas o la falta de decisión han ocasionado retrasos u omisiones en decisiones que han resultado acertadas, pero que desde el ministerio de sanidad no las han visto con buenos ojos, inicialmente. Muchas de estas medidas están ampliamente implantadas en otros países de la Unión Europea o del resto del mundo.

Un ejemplo de esto han sido la realización de test diagnósticos en farmacias. Tras dos meses, finalmente el ministerio accedió a permitir dichos test en farmacias. La Comunidad de Madrid lo reclamaba desde hacía tiempo, ya que debía ser autorizada mediante una regulación al respecto. Madrid lo solicitó en varias ocasiones y llegó a enviar una carta de petición por escrito al ministro de sanidad. Tras la aprobación de Sanidad, Madrid lo implantó con celeridad.

Test rápidos en farmacias

Sanidad limitó los test a las zonas básicas de salud con alta incidencia de casos. Se trazó una barrera por el ministerio de sanidad de 250 casos x 100.000 habitantes de incidencia acumulada a 14 días (IA14). Madrid se situaba a comienzos de enero en 375 casos de IA14. Con estos datos, la medida ha estado vigente al comienzo de la nueva ola que afectó entre enero y febrero a la Comunidad de Madrid.

Test de autodiagnóstico en farmacias

Algo parecido ha ocurrido con la venta de test de autodiagnóstico de COVID-19 en las farmacias, sin receta médica. Tras varias peticiones de Madrid, por fin se han autorizado por el ministerio recientemente. Dichos test estaban siendo adquiridos a través de internet, sin las debidas garantías, desde hacía meses. Se trata de una decisión que ofrece seguridad a todas las personas que quieran confirmar si están infectados.

Evaluación económica

La política farmacéutica ha trabajado intesamente en 2020, pero no parece que el entorno haya variado sus objetivos iniciales. La ausencia de la perspectiva de la COVID-19 en la política farmacéutica es un hecho difícil de entender. Durante 2020 y en los primeros meses de 2021 el ministerio ha seguido trabajando en sus planes para incorporar la evaluación económica a los IPTs. Los primeros compases de esta evaluación económica de medicamentos no convencen al sector. Es una buena iniciativa que puede mejorar su ejecución, según han manifestado ecomistas, gestores, sociedades científicas y compañías. Además, parece que no tiene en cuenta el contexto pandémico actual ni el futuro.

Visados: “no pasarán”

La COVID-19 no ha conseguido mover un ápice la postura del ministerio en materia de visados de tratamientos. Como si se tratara de una “última resistencia” a un enemigo imaginario que hay que contener. La dirección general de farmacia lleva años negándose a facilitar visados, y en pandemia ha seguido igual. Ha tenido que ser primero el Senado y luego el Congreso los que obliguen al ministerio a suspender de manera temporal el visado de la triple terapia para pacientes con EPOC.

Otros se han quedado por el camino y obligarán a sus pacientes a visitar nuevamente sus centros de salud para obtener el sello de inspección y el visado correspondiente, como los ACODs.

Quizás ha llegado el momento de incorporar la perspectiva COVID-19 a la política farmacéutica. Como precedentes, la perspectiva de género o la perspectiva de impacto climático que incluyen muchos informes, regulaciones y leyes de todo tipo. Enfoques muy válidos que mejoran las iniciativas en general.

Pero para eso se necesita abandonar la vieja política farmacéutica de la desconfianza y el recelo perpetuo con el sector farmacéutico. Estamos en una nueva era en la que se requieren nuevas perspectivas, mucha empatía y pensar sólo en el beneficio del paciente. Nuestra política farmacéutica necesita reinventarse.