Jordi Faus, abogado y socio de Faus & Moliner

La semana pasada tuve el privilegio de participar en un Webinar organizado por la Fundación CEFI y dirigido por Victoria Fernández López (J&J) sobre las vacunas COVID-19. La jornada contó con la participación de destacados científicos, economistas y miembros de la administración; y compartí mesa virtual con dos grandes colegas como Kiko Carrion (Eversheds Sutherland) y Paulino Fajardo (Herbert Smith Freehills). El video del evento está disponible online en la web de la Fundación CEFI y les recomiendo que lo vean.

De mi exposición me permito destacar algunas ideas en un modo telegráfico. En primer lugar, es importante que el público general conozca que el sistema de aprobación de las vacunas pivota sobre agencias evaluadoras con potestades claramente delimitadas por normas europeas y nacionales. Los ciudadanos podemos estar seguros de que el trabajo que hacen estos organismos tiene como objetivo principal, incluso único, la protección de la salud. Nadie es perfecto, pero nadie tiene derecho a dudar del rigor científico de estas agencias.

En segundo lugar, las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna son medicamentos autorizados, no son productos en fase experimental cuyo uso se permita en circunstancias excepcionales antes de que estén aprobados. Tercera: la figura de la autorización de comercialización condicional existe en Europa desde 2006, se ha utilizado en más de 30 ocasiones y nunca se ha retirado una de estas autorizaciones por problemas sanitarios. Para concederse, la agencia evaluadora debe constatar que es probable que la empresa pueda presentar un dossier completo sobre el producto en un plazo razonable.

Cuarta: Es muy habitual que la autorización de un medicamento aprobado experimente variaciones como es el caso de las 6 dosis de la vacuna de Pfizer/BioNtech. Quinta: en Estados Unidos, en el Reino Unido y en otros países se han seguido procedimientos distintos para empezar a vacunar; pero los productos son los mismos y las condiciones que se han establecido son muy similares a las europeas. Sexta: la Agencia Europea de Medicamentos y la AEMPS han hecho un esfuerzo informativo y de transparencia sin precedentes. Si dedican un rato a navegar por sus webs podrán constatarlo fácilmente. Por otro lado, mantener confidenciales las condiciones comerciales pactadas con las empresas favorece la capacidad negociadora de los sistemas nacionales de salud y por consiguiente protege los intereses públicos. Por último: entramos en una nueva etapa donde van a aparecer numerosos problemas de segunda y tercera generación.

Conviene abordar esta etapa con ánimos renovados, y al mismo tiempo es imprescindible aceptar y tolerar esa cierta dosis de ignorancia que de hecho impulsa los avances científicos. A partir de ahora aparecerán cuestiones muy complejas relacionadas con la gestión de la vacunación, las prioridades, la equidad en el acceso a las vacunas, la obligatoriedad o no de la vacunación, las capacidades de fabricación, la evaluación continuada de los resultados. Me permito recomendar prudencia al valorar estas cuestiones, y acabo con el título de esta columna: #KeepCalm+Vaccinate.