La OMS pudo actuar el 22 de enero cuando se reunió pero concluyó que “le faltaba información”. Ya se conocía el agente etiológico de covid-19, pero los gobiernos occidentales no reaccionaron. No lo hicieron hasta ver una cifra de muertes alta. Ahora sabemos que las pandemias comienzan con pequeñas cifras, que es cuando hay que actuar. Es preciso prepararse para las siguientes olas de SARS-Cov-2 y para el cuarto coronavirus que vendrá antes de una década.
Uno de los elementos más cuestionados en esta crisis de la covid-19, y más comunes a muchos gobiernos, es la queja generalizada de falta de previsión. Cuando la OMS avisaba el pasado 31 de diciembre de un “brote de neumonía de origen desconocido en la ciudad de Wuhan”, ningún Gobierno occidental se tomó la advertencia en serio. Hubo que esperar al 13 de febrero para que los ministros de sanidad de la UE se reunieron en Bruselas para hablar de la nueva enfermedad denominada covid-19.
Hubo que esperar hasta el 13 de febrero para que los ministros de sanidad de la UE se reunieran en Bruselas para hablar de la recién nombrada covid-19.
La propia OMS no tomó la decisión de declarar la “emergencia pública internacional” cuando se reunió el 22 de enero de 2020. Hacía ya 2 semana que se conocía el agente etiológico bautizado como SARS-CoV-2. No había precedentes de una potencial pandemia por corinavirus. Algunos de los que tomaron nota del aviso de la OMS poco después, al comienzo de enero, tuvieron bastante éxito en el control de la pandemia de covid-19 en sus países.
En algunos casos, ayudó su situación geográfica y su menor tráfico humano (especialmente el aéreo). En otras zonas de Asia, países como Singapur, Corea del Sur o la ciudad de Hong-Kong han tenido la capacidad de controlar la pandemia, porque han experimentado otros brotes locales y han visto el SARS y el MERS más de cerca. Sus fórmulas de éxito se basan en su experiencia: confinamiento, test diagnósticos y medidas de protección individuales, especialmente mascarillas.
Las imágenes de asiáticos con sus mascarillas, como parte de un “protocolo social del invierno” lo hemos visto como algo lejano desde occidente. En realidad, los países asiáticos ya saben lo que es un brote epidémico y se toman muy en serio los riesgos del contagio que facilita el hacinamiento de las grandes urbes. Occidente va a tomar buena nota y vamos a adoptar las costumbres orientales en materia de evitar contagios, con un protocolo de higiene.
Occidente incrédulo con “lo que no era más que una gripe”
Lo que resulta claro es que, en salud pública como en tantas cosas, los grandes males comienzan con pequeñas dosis, y hay que estar muy pendiente de las cifras de una pandemia al comienzo. El 22 de enero de 2020 el CSSE de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos, informaba de más de 500 casos de contagiados por covid-19. Era el momento de comenzar a realizar las tareas oportunas, quizás en forma de seguimiento estrecho y de alerta preventiva. Quizás pensar en material necesario, a juzgar por el tipo de patología que ya se informaba.
Cuatro semanas después los casi 80.000 contagiados, con las muertes siempre dudosas que informaban desde China, era razón suficiente para tomarse en serio lo que aún no se había declarado como pandemia por la OMS el 22 de enero. Pero no queda claro que a la OMS le fuera fácil conseguir las primeras muestras de tejido infectado facilitadas por el Gobierno chino para ser analizadas y tomar decisiones. Mientras tanto, en occidente esperaban a que la mortalidad se incrementara antes de tomar decisiones. Este ha sido el mal común de la mayoría de los Gobiernos occidentales, con escasas excepciones, incluidas las circunstancias de cada territorio y sus fronteras.
Los indicadores oportunos no son los fallecidos
Algunos ya advertían de otros dos coronavirus que habían ya intentado con poco éxito el inicio de brotes en Asia y Oriente Medio, los virus causantes del SARS y del MERS. Si en dos décadas hemos tenido tres coronavirus, es posible que antes de la cuarta veamos un cuarto, con un evidente potencial pandémico, aseguran expertos.
Para detectarlos a tiempo sólo se deben establecer los indicadores oportunos, los datos escasos y pequeños, con el apoyo de la Inteligencia Artificial y del Big Data, para que las correlaciones que deben establecerse muestren los indicadores adecuados cuando todo nos parece “no más que una simple gripe”.
La lejana China está muy cerca
Muchas de estas situaciones se pueden anticipar con la vigilancia adecuada, a través de los indicadores oportunos. La magnitud de una tragedia no puede alertar a nuestras autoridades con el dato de mortalidad presente en nuestro país, en cada país. Todo empieza con una muerte. Ahora sabemos que puede empezar en una lejana provincia de China y propagarse rápidamente al resto del mundo.
Todos caímos en la trampa de comparar las cifras de la gripe en España con las primeras muertes por covid-19 que se iban comunicando. El 7 de marzo se comunicaban 10 fallecidos por covid-19 en España, y aún veíamos lo que ocurría en una lejana Wuhan, y no seré yo quien arroje la primera piedra. No obstante, sí sabemos que ya no vamos a volver a ignorar las señales.