¿Es populista apoyar la eliminación de las patentes de las vacunas de Covid-19?

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Una propuesta populista es irrealizable pero satisface a una masa de personas que desconocen o que no entran en el fondo del problema. Una propuesta populista responde a un interés por aprovechar que una mayoría puede ser condicionada con facilidad en una iniciativa irreal. Muchas veces, quien realiza una propuesta conoce la imposibilidad de llevarla a cabo, pero se beneficia de su anuncio.

” [La suspensión de las patentes] supone la evidencia del fracaso de la alternativa a la misma que corresponden a los Estados

Eliminar las patentes…de nuevo el viejo debate

Las propuestas sobre la posibilidad de acabar con las patentes en el sector farma se producen de manera periódica. Muchas de ellas responden al populismo, pero es preciso comprender su implicación. La suspensión de las patentes, ya sea permanente o puntual, es un recurso que provoca más inconvenientes que ventajas. Y supone, además, la evidencia del fracaso de la alternativa a dicha suspensión de las patentes. La alternativa corresponde a los Estados y sólo a ellos.

Los países, y especialmente las grandes potencias como Estados Unidos, China o la Unión Europea deben resolver con sus recursos los problemas y las necesidades de los países menos favorecidos. En el caso de las vacunas el G7, grupo de países más industrializados del mundo, ya ha puesto en marcha varios mecanismos, incluyendo la iniciativa COVAX.

¿Quién debe responsabilizarse de que las vacunas lleguen a todos?

Tratar de que esa labor la realicen empresas farmacéuticas es como pedirle a Zara que se ocupe de abonar prestaciones de dependencia porque España no puede hacerlo.

Resulta que el Fondo Monetario Internacional (FMI) está precisamente para proporcionar recursos económicos a los países más desfavorecidos de manera habitual. Aquellos que promueven la eliminación de las patentes están más cerca de la estatalización de la producción que del libre mercado.

Y aunque resulta legítimo, la historia demuestra que las economías basadas en un Estado omnipresente se colapsan. Algunos pondrán el ejemplo de China, pero hay que recordarles que China es un país capitalista en su economía, aunque no existan libertades ni democracia como en occidente.

La producción de vacunas

En abril, la directora de la Organización Mundial de Comercio (OMC) Ngozi Okonio-Iweala, quiere impulsar una conferencia para revisar modelos de incremento de la producción de vacunas contra la Covid-19. Pero no se trata sólo de producir más (que sí es relevante) sino de que las vacunas sean distribuidas de manera equitativa.

Éste punto ya ha sido discutido y alertado por la OMS a través de su director general, Tedros Adhanom. Además, el G7 ya ha dotado con más de 4.000 millones de € un fondo para proporcionar acceso y vacunas a países con menos recursos.

“La producción de vacunas se está incrementando con acuerdos entre compañías, lo que estimula la capacidad de producción mundial, la economía y fomenta la colaboración empresarial”

La producción de vacunas se está incrementando con acuerdos entre compañías, lo que estimula la capacidad de producción mundial, la economía y fomenta la colaboración empresarial. En las antípodas de esto está que compañías fuera de la UE produzcan sin licencia vacunas Covid-19, al suspender las patentes. ¿Quién investigará las próxima vacuna que vamos a necesitar? Es crucial mantener el estímulo a las compañías que han desarrollado en 12 meses una vacuna, no penalizarlas y arrebatarles el fruto de su legítimo esfuerzo.

Escasez de recursos en la pandemia

No hace mucho tiempo atrás escaseaban las mascarillas de protección, como ahora las vacunas. La solución a la falta de mascarillas y otros materiales ha venido de las empresas que han empezado a competir en precios, calidad y disponibilidad. El papel de los Estados debe ser aportar los fondos necesarios para que el material imprescindible llegue a todos los países que lo necesiten, no intervenir y confiscar.

“El papel de los Estados debe ser aportar los fondos necesarios para que el material imprescindible llegue a todos los países que lo necesiten, no intervenir y confiscar

Si hay escasez, más acuerdos de colaboración

Y esta idea también incluye la petición de suspender de manera “puntual” una patente por una alarma sanitaria. Porque si no somos capaces de solucionar el problema con los enormes recursos de que disponen los Estados, ¿qué nos hace pensar que dejar la responsabilidad a las empresas es el camino adecuado?

De hecho, el problema no son las patentes, sino facilitar un incremento de la producción que se está consiguiendo con acuerdos comerciales.

Sin duda, el fracaso de los Estados está detrás de tratar de penalizar a las empresas y que carguen con una solución a medias del problema del acceso a las vacunas. Sin patentes, en lugar de disponer de 7 vacunas en poco más de 12 meses (3 adicionales a las puertas de su aprobación), apenas tendríamos alguna en estos momentos.

China y Rusia tienen sus vacunas aparte, incluso Cuba tendrá la suya que ya ensaya en más de 40.000 cubanos. ¿Queremos depender de estas vacunas en el futuro con potenciales pandemias?

La propuesta de la eliminación de las patentes de las vacunas de Covid-19 es lo contrario de lo que necesita la humanidad para seguir respondiendo a la pandemia. A esta pandemia y a otras futuras.

Al menos, la UE ya se ha dado cuenta que hay que estimular la creación de empleo, y que el despegue económico pasa por un sector farmacéutico fuerte que proporcione vacunas y otros medios. El papel que la UE quiere para su sector farmacéutico es muy claro: un peso geoestratégico crucial. Europa no puede quedarse atrás en la innovación que proporciona el sector, y por eso la UE quiere priorizar una estrategia farmacéutica.