Por María Jesús Lamas, directora de la Agencia Española del Medicamento y Producto Sanitario (Aemps).
Las infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con antibióticos constituyen una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la salud pública. Se estima que en 2050 serán la mayor causa de mortalidad en el mundo, pero concentrémonos en el ahora: la resistencia a los antibióticos ya está debilitando la medicina moderna y solo en España causa 4000 muertes al año, el cuádruple de las que causan los accidentes de tráfico.
Para dar respuesta a este grave problema, en 2014 se creó el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Desde su inicio, el PRAN ha reconocido algo que la pandemia de COVID-19 ha evidenciado: que la salud humana, la sanidad animal y el medioambiente están entrelazados y que no podemos trabajar solos. El problema de la resistencia es global, no reconoce fronteras y afecta tanto a humanos como a animales, así como a la ganadería, la agricultura, el comercio y, por tanto, la economía mundial. Necesitamos políticas, investigación y programas que sean multisectoriales. Por ello, el PRAN es “One health” o de “Una sola salud” y está estructurado en seis líneas estratégicas comunes para la salud humana, la sanidad animal y el medioambiente: vigilancia, control, prevención, investigación, formación y comunicación.
Hasta la fecha, el PRAN ha puesto en marcha un total de 80 medidas en todo el ámbito nacional y entre sus logros destaca la notable reducción del consumo de antibióticos. Desde el 2014 hasta el 2020, el consumo en salud humana registró una bajada del 32,4%, mientras que las ventas de antibióticos veterinarios se redujeron casi un 59%.
En el área de sanidad animal destacan los programas REDUCE, una iniciativa de adhesión voluntaria que ha reducido el 97,18% del consumo de colistina en el sector porcino, por ejemplo, y que ya está en marcha en otros 6 sectores con importantes logros. Igualmente relevante es el Proyecto de Vigilancia de Bacterias Patógenas Clínicas. Este último permite dibujar un mapa interactivo epidemiológico, con los patógenos más frecuentes por zona geográfica, incluso área ganadera, así como los patrones de sensibilidad más frecuentes. Con ello, se facilita la prescripción al veterinario que tendrá en cuenta información epidemiológica y principios de uso prudente de antibióticos.
En el área de salud humana se han establecido la estructura, los procesos y la cartera de servicios de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA) en hospitales y en Atención Primaria. También se ha mejorado el sistema de vigilancia del consumo de antibióticos y se ha aprobado el Sistema Nacional de Vigilancia de Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria que recibe el apoyo de una nueva red de laboratorios de referencia.
La tecnología también está al servicio de nuestra misión. En nuestra web hay mapas de consumo para conocer en tiempo real las cifras de consumo de antibióticos y acabamos de publicar las Guías Terapéuticas Antimicrobianas, dos aplicaciones para facilitar la prescripción prudente de antibióticos tanto en salud humana como en sanidad animal.
La formación de los profesionales de la salud y de los estudiantes de las Ciencias de la Salud, profesionales sanitarios del futuro, también es una prioridad. Ya está en marcha la 2ª Edición del Diploma de Experto Universitario en PROA y otras iniciativas como las olimpiadas universitarias PRAN y la PRANteca, un repositorio interactivo con recursos formativos en materia de resistencia.
El trabajo de comunicación es vital para concienciar sobre la importancia del uso racional de los antibióticos. Realizamos diferentes actividades y campañas para público general y profesionales sanitarios y tenemos una presencia notable en redes sociales (en 2020, @PRANgob fue la cuarta cuenta del mundo más retuiteada durante la Semana mundial del uso prudente del antibiótico).
Son muchos los avances; logros fruto del trabajo constante de los técnicos del PRAN, de las Comunidades y Ciudades autónomas, y de nuestra extensa red de instituciones y colaboradores. Sin embargo, no son suficientes. Es necesario ampliar esfuerzos para evitar las 700.000 muertes que la resistencia causa cada año en el mundo y tener muy presente que “Todos somos PRAN” , puesto que todos formamos parte de la cadena sanitaria y tenemos un rol en la lucha contra la resistencia.