El peligro de un precio que acabe con las inversiones

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La existencia de un plan que circula con cautela, escrito en un tiempo en el que el rumbo era otro, puede poner en peligo el consenso parlamentario y sectorial. Porque las distintas visiones, incluso con lados opuestos de una mesa de negociación, deben tener la voluntad del diálogo y del debate. Si en algo estamos todos de acuerdo, es en que debemos volver a empezar, a reconstruir un país que ha sido duramente azotado por la pandemia de SARS-CoV-2.

Debemos volver a empezar, a reconstruir un país que ha sido duramente azotado por la pandemia de SARS-CoV-2.

Muchos de los efectos de la misma perduran, y la misma pandemia sigue ahí. Apenas unas horas desde el homenaje a las víctimas, desde el Gobierno se lanzan ideas que revolucionan al sector en relación a cómo se va a calcular un precio de un medicamento. Una idea que no parece que vaya a satisfacer al sector farmacéutico, ni a los profesionales sanitarios ni a muchos de los grupos parlamentarios con los que se debe pactar.

Todos estos que acabo de nombrar no tienen una postura común, pero apuestan por la innovación, la investigación y la presencia industrial en España. Y también les preocupa tener la innovación accesible a los pacientes. Nadie dice que deba ser a cualquier precio, ni nadie lo quiere.

Desde el ministerio dicen que el precio de la innovación es excesivo y debería ser el coste de producción más un “razonable” margen para la investigación

No incentivar la innovación tendrá un precio que se pagará en los años venideros.

Resulta sorprendente que con una mano traslade el Gobierno su intención de facilitar la inversión en innovación, producción industrial e investigación y, por otro lado, se elaboren documentos desde departamentos del ministerio que lo ponen en duda. Alguna de las ideas que mantienen desde el ministerio es que el precio de la innovación es excesivo y debería ser el coste de producción más un “razonable” margen para la investigación.

Quienes proponen esto, probablemente les falta información de lo que representa la inversión en la investigación, en la investigación que fracasa y en la básica, que no se imputa a ningún desarrollo en concreto. Ya he descrito en otra ocasión que no se puede pretender establecer que el gasto de situar en órbita un satélite consiste en el peso de los materiales que contiene. Se pasan muchos años preparando estos lanzamientos, y se prueban y desechan muchos cohetes y motores antes de dar con el que realmente funciona.

No conceder valor a la innovación, y querer establecerla desde un monopsonio de compra, es desincentivarla

Los costes de producción

El sólo hecho de mencionar como elemento de cálculo los costes de producción desenfoca radicalmente el análisis. España sería el único país en aplicar un cálculo tan austero, injusto e impreciso. No conceder valor a la innovación, y querer establecerla desde el monopsonio de compra (la administración pública), es desincentivarla. España no puede limitarse a ser un país de paracetamol y omeprazol; eso sí que cuesta la producción y un margen razonable. En España un envase de ambos medicamentos cuesta como un kilo de azúcar.

Las inversiones llegan con acuerdos

Lo más intuitivo es reconocer que para realizar inversiones deberá haber acuerdos. No parece que un país donde la innovación no es reconocida, en forma de un precio adecuado, sea el país preferente para invertir en investigación o en plantas de producción. De momento, la visión que está prevaleciendo tiene tintes muy duros, cuestionando otros aspectos como la formación de los médicos. El debate es necesario, y nadie le ha preguntado a los profesionales sanitarios o a sus sociedades científicas el modelo de formación que quieren. Y nadie le ha preguntado a los que financian los congresos científicos si hay que trabajar de otra manera. De nuevo, la imposición no traerá acuerdos y es preciso sentar a todas las partes.

La cuestión es si se quiere llegar a un acuerdo por parte del Gobierno o se está haciendo saltar por los aires cualquier esperanza de pacto en el Parlamento.

¿Es el precio el problema?

Si el sector no sabe qué es lo que se pretende no se pueden plantear alternativas en política farmacéutica. Lo primero sería manejar datos de 2019 en relación al peso del gasto en medicamentos, y lo segundo es saber si, efectivamente, el precio es alto. La comparación con otros países puede darnos esta información. El cálculo de que hay “8.000 millones de euros” de exceso de precio pagado por los nuevos medicamentos — que no se basa en ningún estudio  consistente— resulta una carga de profundidad destinada al fracaso de cualquier pacto por la innovación. La cuestión es si se quiere llegar a un acuerdo por parte del Gobierno o se está haciendo saltar por los aires cualquier esperanza de pacto en el Parlamento.