La implicación de España, cada vez mayor, en la lucha contra las resistencias antimicrobianas (RAM) es proporcional al desafío que supone esta amenaza para la salud pública a nivel global. El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), que comenzó su andadura allá por 2014, ha colocado a España entre los países europeos que más han reducido el consumo de antibióticos. Y, ahora, para dar continuidad al Plan, se han dotado a los equipos PROA de unas oportunas normas de certificación tanto a nivel hospitalario como a nivel comunitario. Unas normas comunes que permitirán homogeneizar el trabajo entre los diferentes equipos. Además, el compromiso de nuestro país se extenderá más allá de nuestras fronteras, pues como ya ha adelantado la ministra de Sanidad, Carolina Darias, la RAM será una de las prioridades para la Presidencia española del Consejo de la UE este 2023.

Con estas acciones queda claro el trabajo de las administraciones y los profesionales a la hora de hacer frente a las resistencias, pero para atajar el problema, todos los sectores deben aportar su granito de arena. En este sentido, el papel de la industria es –y ha sido– esencial. Actualmente, las compañías farmacéuticas tienen cerca de 90 fármacos en desarrollo para combatir las infecciones resistentes a los tratamientos actuales. Estos potenciales fármacos están dirigidos a combatir 17 patógenos distintos y la utilidad de muchos de ellos se está estudiando en varios de estos patógenos a la vez.

Sin embargo, como bien se sabe, el desarrollo de antibióticos ‘no es rentable’ porque, cuando llega una novedad terapéutica en este campo, hay que preservarla el mayor tiempo posible para evitar generar nuevas resistencias. Por ello, desde el sector se reclaman nuevos incentivos que fomenten la investigación en antibióticos. En concreto, Farmaindustria defiende la extensión de la exclusividad transferible, ya que con ello “se dispondría de un retorno de la inversión tangible al final del camino”. Una medida que, precisamente, se incluye dentro de la Estrategia Farmacéutica Europea en forma de una propuesta de bonos de exclusividad transferible para financiar los tratamientos que combaten resistencias. Sin embargo, habrá que ver cómo quedará finalmente la legislación europea, que está siendo motivo de controversia para la industria.


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