A falta de que se publiquen los datos del Informe W.A.I.T. 2023 —que si atendemos al histórico debería salir en este mes de abril—, el sector no espera grandes novedades con respecto al año pasado. La pregunta, quizás si cabe, es si la situación habrá empeorado y se añadirán días a los ya más de 500 que tardan los tratamientos innovadores de media en llegar a los pacientes españoles.
En este contexto, El Global ha reunido en una Mesa de Análisis a panelistas expertos del sector para sugerir propuestas que mejoren el acceso a la innovación.
Desde la industria lo tienen claro: no se puede ensayar un fármaco de acuerdo a las directrices de la EMA y que en España ese mismo ensayo no tenga validez. De hecho, carece de sentido cuestionar en España lo que la EMA ha aprobado desde un punto de vista metodológico. Durante esta mesa se ha señalado la necesidad de que exista correlación entre los procesos de regulación de las agencias y los procedimientos para la toma de decisión de precio y reembolso en España. Si la EMA y la FDA validan y consolidan procedimientos de desarrollo o determinan variables, estos mismos procesos o criterios se deben tener en cuenta a la hora de tomar las decisiones de financiación.
La administración no puede (o no debe) demandar ensayos adicionales para la financiación de fármacos una vez que han sido validados por la agencia reguladora europea. De esta manera entramos en el bucle de las reevaluaciones tan criticadas desde el sector. Una de las propuestas es seguir el modelo de Reino Unido y trabajar de forma paralela a la EMA en los tiempos de las solicitudes para así, cuando menos, minimizar los retrasos que originan las reevaluaciones existentes en España como los índices de posicionamiento terapéutico (IPT).
En cualquier caso, ya se sabe la importancia de empezar la casa por abajo, no por el tejado. Así, lo prioritario es definir que es “innovación” y seleccionar aquellos fármacos para los que no existan alternativas. No hay que olvidar que la sostenibilidad es la base de nuestro sistema.
Arreglar el bloqueo que existe en España con determinadas terapias exige voluntad política y la participación de más agentes (como las sociedades científicas) a la hora de establecer mecanismos que aceleren el acceso a la innovación. Debemos estar todos a una.