| viernes, 29 de marzo de 2019 h |

Dos días antes de que expirara el plazo estipulado entre el Ministerio de Sanidad y Farmaindustria para concretar los términos de la colaboración entre ambas partes, llegó la ansiada confirmación en forma de renovación. El Pacto-PIB se mantiene en sus mismos términos, al menos hasta diciembre de 2019. Y, como todo, puede verse al menos desde dos perspectivas.

La primera es una perspectiva pragmática, que no puede desvincularse del adelanto electoral y de la incertidumbre que rodea la cada vez más cercana jornada del 28 de abril, indicador claro de lo que ocurrirá en mayo, en las europeas, autonómicas y municipales. Los pragmáticos sin duda pensarán que no tenía mucho sentido que el actual equipo del Ministerio modificara a finales de marzo un marco sin tener la certeza de que continuaría tres semanas después.

La segunda es una perspectiva optimista, que no puede desvincularse de las bondades de un mecanismo que se ha convertido en santo y seña del compromiso de la industria innovadora con la sostenibilidad y que ha supuesto un auténtico win win para todas las partes. Desde esta tribuna se dijo en su momento que Farmaindustria contaba con el mejor portavoz posible, Martín Sellés, para explicar al Ministerio el detalle del pacto.

A favor de los optimistas cabe recordar que el propio Faustino Blanco, en un reciente desayuno informativo, declaró que la convocatoria de elecciones generales no había modificado los planes del Ministerio en relación a la búsqueda de un nuevo marco de relaciones con Farmaindustria. “En este tiempo vamos a encontrar entorno suficiente como para proyectar un nuevo acuerdo a más largo plazo”, aseguró el secretario general de Sanidad, que consideraba el diálogo abierto con la patronal de la industria farmacéutica innovadora como “un ejemplo” de relaciones con el sector privado que podría extrapolarse en el futuro. Seamos optimistas.

El Pacto-PIB se mantiene, al menos hasta diciembre de 2019. Y, como todo, puede verse desde dos perspectivas.