El 2023 ha comenzado con un importante dato para la industria farmacéutica nacional. España autorizó más de 900 ensayos clínicos con medicamentos en 2022, siendo el 86 por ciento de ellos impulsados por las compañías.

La cifra es superior a la registrada en 2018 y 2019, en los que se autorizaron 800 y 833 estudios clínicos. Sin embargo, este aumento de la actividad por parte del sector ha traído un nuevo desafío para el mundo.

Y es que la necesidad actual y futura de contar con un gran arsenal de medicamentos y productos farmacéuticos ha provocado que se intensifique el ritmo de producción. Tal y como refleja un estudio reciente de la Universidad del Este de Finlandia, se espera que el mercado mundial de medicamentos crezca entre un tres y un seis por ciento hasta 2026.

¿Qué conlleva esto? Un mayor riesgo de impacto medioambiental de estos productos. En este sentido, la mayoría de las compañías ya tienen integrados planes y programas de trabajo que contribuyen a la preservación del medio ambiente y a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, aún queda margen de mejora para reducir aún más las emisiones ambientales en las cadenas de fabricación y de suministro a nivel  global.

Actualmente, uno de los cuatro ejes prioritarios a los que la Estrategia Farmacéutica europea intentará dar respuesta es el de garantizar unas cadenas de suministro seguras y la sostenibilidad de productos farmacéuticos.

Por su parte, la eliminación segura de los medicamentos desde el punto de vista medioambiental y la reducción del tamaño de los envases también se encuentro en el punto de mira. Hay que recordar que los productos farmacéuticos contienen ingredientes farmacéuticos activos (API) que interactúan biológicamente en bajas concentraciones con los sistemas vivos cuando se liberan en el medio ambiente.

La legislación europea contempla ya medidas para paliar este problema a corto plazo, ya que esos API, sus metabolitos y productos de degradación se han identificado, principalmente, en aguas residuales y superficiales, aguas subterráneas, suelo, aire y organismos vivos no humanos.