“¿Nos conocemos?” Esta es una de las preguntas que suelen hacer(se) estos días los farmacéuticos al responder una llamada o e-mail que le ofrece abastecerle de material de protección frente al coronavirus del que no consiguen proveerse por canales habituales. “No, pero estamos encantados de hacer negocios con usted”, bien puede ser la contrarréplica que reciben. “Con usted… y gracias a usted”, se podría añadir.


Desde el minuto 1 de esta pandemia —aún cuando no existían casos en España— en el mercado de productos como mascarillas, geles, EPIS etc., ha reinado el caos. Precios irreales en origen —en algunos casos también inflados en la venta final al público, por supuesto—, condiciones comerciales inasumibles (volumen, pago en metálico y por adelantado…—, estafas, etc.

En esta lucha, cada cual ha tenido que hacer la guerra por su cuenta. Y ese “cada cual” engloba desde un titular de farmacia, la distribución, las CC.AA y el Gobierno central. ¿Podría haber más coordinación?A buen seguro. En ésto y otros asuntos ligados a la gestión de la crisis.


Ahora bien, no es tolerable que sea la farmacia quien quede ‘señalada’ en última instancia por parte de la opinión pública. Y así está ocurriendo. No pueden coexistir la crítica a aquellos farmacéuticos que optan por no entrar en este juego especulador y no poder ofrecer estos productos a sus usuarios con la crítica a aquellos que optan por primar este acceso y deben repercutir ese alto coste en origen en el PVP.


Es la propia profesión la que ha planteado soluciones. Entre ellas, la intervención gubernamental de los precios y/o la reducción del IVA de estos productos. Sanidad ya ha anunciado la inminente intervención de los precios en una Orden ministerial, si bien rigiéndose por la precaución y cautela. Salvador Illa ha recordado que mientras haya que seguir acudiendo al mercado internacional, aunque se está fomentando la producción nacional, se complica la toma de decisiones al respecto.


En una entrevista con EG, asegura el presidente del CGCOF, Jesús Aguilar, que “no se va a permitir” que se manche la imagen de la profesión. Y anima a los farmacéuticos a seguir dando una respuesta ejemplar. Por la vía de lo asistencial, el reconocimiento social y buena imagen está asegurada. La otra imagen —la de la ética— no puede ser emborronada por terceros (con o sin conocimiento de causa).

Se dice que “a río revuelto ganancia de pescadores”. No cabe duda que esta guerra de precios es “bienvenida” por aquellos que ven posible sacar rédito de esta crisis sanitaria. Pero los farmacéuticos —aunque haya excepciones, denunciadas por sus propios compañeros— no ?pescan’ en este río revuelto.