Nunca como en la decimoctava edición ha sido más patente que, además de la excelencia, los Premios Fundamed & Wecare-u equivalen a Ciencia aplicada al Estado del Bienestar
| 2019-06-21T13:28:52+02:00 h |

Las ideas no duran mucho; hay que hacer algo con ellas. Solo una mente preclara, excelente, como la de Santiago Ramón y Cajal, Nobel de Medicina, podría haber acuñado esta frase. Quién mejor para formularla que él, que hace más de un siglo aportó a la ciencia estudios clave para el progreso de la investigación biomédica y de la sociedad. Hace 18 años, la Fundación de Ciencias del Medicamento y Productos Sanitarios (Fundamed) tuvo una idea: organizar un foro de encuentro que permitiera reconocer a las entidades, compañías farmacéuticas, instituciones y personalidades más relevantes de todo un año.

Una buena idea es como un virus. Llega sin previo aviso y lo cambia todo, lo impregna todo, lo contagia todo. Se trata entonces de darle forma. Y ahí llega lo más difícil. No hay plantillas, ni guías, ni varita mágica. Cada idea tiene un formato determinado y —ahí viene lo difícil— hay que dar con él. El formato de los Premios Fundamed & Wecare-u derivó en coger una idea y convertirla en meta-idea. Es decir, premiar las ideas que otros tuvieron un día y que hoy se han convertido en resultados, en iniciativas, en campañas, en medicamentos, productos o trayectorias excelentes.

Nunca como en la decimoctava edición ha sido más patente que, además de la excelencia, los Premios Fundamed & Wecare-u equivalen a Ciencia aplicada al Estado del Bienestar: lo mismo da hablar de una terapia innovadora, pionera y precursora de la medicina del futuro; de una fundación que se preocupa por traer al presente esa medicina del futuro; o de un centro de investigación que ha sido clave en el desarrollo de una nueva molécula para los pacientes que de cualquiera de los otros premiados —y nominados— en las distintas categorías.

En su mayoría de edad, los Premios Fundamed no solo han sido un acto de reconocimiento; sino que se han convertido en un merecido elogio a su idea matriz y a quienes la dieron forma. También han adquirido la plena independencia, aunque no sea por la marcha de un hijo, sino de uno de sus padres: Enrique Sánchez de León. Quedan su legado y, claro, sus ideas, como la de que la Ciencia, en sí, es un acto de excelencia y un ente independiente que no se somete a ningún tipo de discrepancia. Hoy y siempre, es el mejor punto de encuentro posible.

Una buena idea es como un virus. Llega sin aviso y lo cambia todo. Se trata entonces de darle forma