El nuevo mandato de la Comisión Europea ha arrancado con un cambio sustancial: el Comisionado de Salud y Seguridad Alimentaria pasa a llamarse Comisionado de Salud y Bienestar Animal. Además de su nuevo nombre, también tiene nuevo líder, pues Olivér Várhelyi sustituye a Stella Kyriakides.
Y es que la preocupación por el bienestar animal ha cobrado una relevancia creciente en las políticas europeas. De este modo, la UE da un giro rotundo hacia el enfoque ‘One Health’ con el objetivo de velar por la salud universal de las personas, los animales y el medio ambiente. Y es que los animales deben tener unas condiciones de salubridad, pues conviven con los seres humanos. Pero el nombre del Comisionado implica un matiz importante, porque el bienestar animal va más allá de la salud animal.
El cambio de nombre del Comisionado de Salud implica un matiz importante, pues el bienestar animal va más allá de la salud animal
El bienestar animal es mucho más que la protección de los derechos de los animales. Tiene implicaciones directas sobre la salud humana y la estabilidad de los ecosistemas. En la UE, el ganado, las aves y otros animales domésticos forman parte integral de las economías rurales, la producción de alimentos y la vida cotidiana. En este sentido, los animales en condiciones de maltrato o estrés están más predispuestos a enfermedades infecciosas, algunas de las cuales pueden transmitirse a los humanos.
Ejemplo de ello es la gripe aviar, un virus que ha causado un reciente brote en vacas lecheras en Estados Unidos y que preocupa a la comunidad científica porque no solo está confinado a las aves, sino que ha saltado a otros animales, lo que aumenta el riesgo de que se desarrolle una cepa más transmisible a los humanos.
Asimismo, un aspecto clave es el vínculo entre la salud animal y la resistencia antimicrobiana, pues el uso excesivo de antibióticos en animales, muchas veces resultado de condiciones insalubres y de hacinamiento, ha contribuido a la aparición de bacterias resistentes.
En esta ecuación también entra en juego el cambio climático, que suponen un ‘caldo de cultivo’ para las pandemias. El aumento de las temperaturas, la deforestación y la pérdida de biodiversidad fuerzan a muchas especies a desplazarse, lo que incrementa las oportunidades de que virus y bacterias salten de animales a humanos, es decir, zoonosis.
Por ello, la UE, al ir encaminado a asegurar el bienestar animal, también está protegiendo la salud pública y fomentando la sostenibilidad ambiental. Un triángulo que debe estar siempre muy presente en todas las políticas sanitarias.