Para muchas enfermedades el ensayo clínico es el único tratamiento que existe. Esta es una de las afirmaciones que se ha reivindicado durante el XXI Encuentro anual de la Industria Farmacéutica Española, donde se ha destacado la importancia de la investigación y la contribución del sector a la causa.

Hay que recordar que el 80% de la investigación en España esté liderada por la industria farmacéutica. Gracias a ello, España se encuentra en una posición “privilegiada” en el liderazgo de los ensayos clínicos.

“Las compañías farmacéuticas, su capacidad organizativa, su experiencia y su músculo financiero son esenciales para afrontar el largo y costoso proceso de desarrollar nuevos medicamentos”, señalaba en este encuentro Juan López-Belmonte, presidente de Farmaindustria.

Por tanto, la industria acepta el reto de ser el motor de la innovación en España. Sin embargo, no puede, ni debe, hacerlo sola.  Ese 20% restante de investigación académica e independiente debe potenciarse. Pero, para ello, se necesita mayor apoyo de las administraciones públicas. Y es que la industria quiere tirar de un carro al que se le deben poner las ‘ruedas’ adecuadas para avanzar mas y con mayor rapidez.

Un buen comienzo es la puesta en marcha de proyectos como el PERTE de Salud de Vanguardia, sobre el que pivota la construcción del ‘nuevo’ sistema sanitario post Covid-19. Como ya se detallaba en su memoria explicativa, el objetivo es crear un círculo virtuoso entre los actores que configuran el sector con el objetivo de desplegar las capacidades tecnológicas e industriales necesarias que permitan la generación de un sistema sanitario de altas prestaciones orientado a la protección de la salud, dando respuesta inmediata y flexible a los retos sanitarios.

Para ello se apoya en sellos de identidad de la industria innovadora como son la medicina de precisión, las terapias avanzadas, la inteligencia artificial, apuntando a la necesidad de facilitar la transferencia del I+D+i académico al sector industrial a través de herramientas de colaboración público-privada, así como la promoción de las capacidades industriales mediante la innovación en procesos industriales y de manufactura.

Asimismo, se estima que el PERTE generará más de 4.300 millones de euros de PIB, siendo la inversión de 1.469 millones de euros hasta 2025. ¿Contribuirá el aumento del PIB a un mayor porcentaje de aprobaciones de fármacos? De nada valen los esfuerzos en el desarrollo de innovaciones si estas no acaban llegando a sus beneficiarios últimos: los pacientes.

El acceso a la innovación es otro punto para corregir. O, cuando menos, con margen de mejora. Como analizamos esta semana en EG, España, con un PIB superior a países como Portugal, Bélgica y Grecia, presentar una ratio de  acceso a innovaciones similar. Recordemos que España ‘solo’ autoriza el 53 por ciento de las aprobaciones de nuevos medicamentos otorgadas por la agencia europea.

Un porcentaje que sitúa a España lejos de los datos de otras importantes potencias económicas del continente, como Alemania (donde sus ciudadanos tienen acceso al 92% de las aprobaciones de la EMA), Reino Unido (68 por ciento), Francia (66) o Italia (79).

Es hora de quitar los palos a las ruedas para acortar distancias.


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