El ámbito de la salud está viviendo una verdadera revolución con la irrupción de la IA y Europa la ha elevado al primer nivel con la publicación del conocido como ‘Informe Draghi’, en el que se ha resaltado que una de las vías fundamentales para que la UE sea competitiva en materia empresarial, es potenciar las inteligencias artificiales sobre todo en el ámbito de la industria farmacéutica. Mario Draghi ha marcado un objetivo firme con la publicación del documento, el de impulsar el desarrollo de la IA en diez sectores estratégicos, entre los que se encuentra la atención médica y la industria farmacéutica.

Aunque estamos hablando de una herramienta que tiene un gran potencial, sobre todo en el ámbito de la Farmacia, una cosa está clara: sin unos parámetros y unas recomendaciones para su aplicación el uso puede suponer algunos peligros. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) se ha percatado de esta posibilidad y, en colaboración con los Jefes de Agencias de Medicamentos (HMA), ha publicado recientemente una serie de principios y recomendaciones dirigidas especialmente al personal de regulación de medicamentos. 

Al igual que la IA es una inteligencia generativa, que se entrena mediante el uso de las personas que le dan instrucciones, esta suerte de decálogo pretende ser “un documento vivo” que vaya actualizándose y creciendo. Iniciativas como estas, que emanan de las autoridades competentes, son fundamentales para asegurar que estos procesos siguen siendo seguros, sobre todo los que tienen que ver con los datos. 

Lo ponen de manifiesto desde la EMA, pues, las instituciones han detectado una serie de desafíos que pueden poner en juego la calidad de esta labor. Uno importante a tener en cuenta es la variabilidad de los resultados, que va muy ligada a que la herramienta pueda dar a los científicos respuestas inexactas, que supongan un peligro para sus investigaciones. 

Uno de los problemas que más preocupan es el de los posibles riesgos en la seguridad de datos, una materia clave en la regulación de medicamentos dado que una brecha en la protección puede llevar a la manipulación o alteración de datos, lo que puede afectar en la aprobación y el uso seguro de medicamentos o, incluso, puede traducirse en sanciones legales y pérdida de confianza en la agencia reguladora. De esta forma, aunque la IA puede agilizar mucho la labor de las personas que trabajan en este ámbito, un solo error en los datos que se manejan puede ser fatal en la regulación de los fármacos. 

Todo el mecanismo se está poniendo en marcha a raíz de la esperada regulación europea en materia de inteligencia artificial, que entró en vigor el pasado 1 de agosto. Este documento impulsado por la Comisión Europea es realmente relevante al haberse convertido en el primer código global sobre inteligencia artificial del mundo. Lo que es sin duda un buen marco de referencia para conseguir acercarnos a estas nuevas tecnologías, siendo conscientes de que también conlleva unos riesgos. 

Es indispensable que una herramienta de este calibre nunca suponga una amenaza para las personas que las usan, por eso desde la UE establecen distintos niveles de riesgo y, de superarse este límite, tenemos las garantías de que la Unión la prohibirá. De no existir esta regulación estaríamos desprotegidos ante el avance tecnológico de este sistema tan potente.