La posibilidad de que la sociedad, o un colectivo concreto, pueda elegir periódicamente a sus representantes, sea para mantenerlos o cambiarlos, es una de los mayores derechos que ha dejado la evolución humana hacia sistemas democráticos. Cuestión aparte es si cualquier individuo, también en su derecho, decide ejercer ese derecho o rechazarlo.

La hemeroteca de EG da fe de cómo, en épocas pasadas, era rara avis encontrar un proceso electoral de un colegio farmacéutico que hubiese desembocado en votaciones finales. En algunas corporaciones, las urnas, directamente, acumulaban polvo por su innecesario uso.

Huelga decir que la ausencia de varias candidaturas en estos comicios y, por ende, la imposibilidad de votar no es achacable en ningún caso, o muchos de ellos, a las juntas directivas continuistas que renovaban (renuevan) sus mandatos. O bien al nuevo candidato que no se ha encontrado oposición alguna y ha sido proclamado automáticamente electo. En muchos casos, es la falta de interés o alternativas a dirigir corporaciones colegiales lo que acarrea este continuismo de los equipos. En especial, en los COF de pequeñas provincias.

En la Comunidad Madrid, los colegiados van a poder escoger el próximo 3 de abril a sus futuros dirigentes entre, al menos, cuatro candidaturas distintas

Sin embargo, times are changing. En los últimos años ha aumentado la cifra de procesos electorales que acaban con el paso de los colegiados por las urnas y poder así elegir. Sin poder establecerse un perfil tipo de corporaciones. Desde 2021, ha ocurrido tanto en ‘pequeñas’ —Palencia, Baleares, Murcia, Valladolid…— como hasta en el propio Consejo General de Farmacéuticos en las elecciones del pasado mes de mayo.

Actualmente, se cuenta con más ejemplos. Este 6 de febrero los farmacéuticos valencianos han elegido en las urnas a su nuevo (aunque conocido) presidente: Jaime Giner. En Madrid ya se sabe que los farmacéuticos tendrán que hacer lo mismo el próximo 3 de abril. En su caso, podrán elegir entre, al menos, entre cuatro candidaturas distintas.

En definitiva, los farmacéuticos se están (bien) acostumbrando a tener que votar para elegir a sus representantes profesionales. Y eso también está teniendo reflejo en las cifras de participación en los comicios. Aunque hay mucho margen de mejora, parecen desterrarse los porcentajes pírricos de participación colegial en los comicios electorales.