Si algo han aprendido los expertos es que lo manuales para interpretar qué va a hacer el elector ya no sirven. No es válido pensar que lo que pasó el 28A se vaya a repetir el 26M
| 2019-05-03T12:36:00+02:00 h |

El 23 de mayo de 2001, la posibilidad de que Jaime Mayor Oreja se convirtiera en lehendakari marcó a fuego el proceso electoral en Euskadi y llevó a los ciudadanos vascos a votar en masa. En este evento radica, en buena parte, la clave de lo que a nivel nacional ocurrió el pasado 28 de abril. Pendiente del ajuste por el voto CERA, la participación en las elecciones generales de cara a la XIII Legislatura apunta a una participación del 75,8 por ciento. Un partido como Vox, que surgió como reacción al ‘proces’ y al comportamiento de una parte del electorado en Cataluña, fue la causa principal, que sacó no sólo al electorado a la calle (y dicen que cuando aumenta la participación, beneficia a la izquierda), sino que propició una debacle popular, fruto de una estrategia equivocada.

No es el único análisis que resaltan los expertos, convencidos de que, con su victoria, el PSOE ha recuperado lo que le hizo potente en los años de Felipe González y de Rodríguez Zapatero: ser un partido transversal. Es favorito en casi todos los territorios, aunque no con tanta rotundidad como antes, porque el bipartidismo ya es historia. Pedro Sánchez no sólo se ha reconciliado con su electorado; además ha sabido atraer a votantes procedentes tanto de la ‘España vaciada’ como la ‘España digital’, tanto la más empobrecida como la más acomodada. Belén Barreiro, ex presidenta del CIS, explica este movimiento en todas las direcciones porque, a diferencia del resto de candidatos, que sólo pudieron hablar de lo que harían, él pudo hablar de lo que ha hecho. Dijo que quería combatir la desigualdad y la pobreza y en diez meses ha hecho famosos los ‘viernes sociales’. Ha formado un gobierno a gusto de muchos, que ha priorizado la agenda social, y dentro de ella la agenda sanitaria.

Con todas las preguntas en el aire, el interrogante está en el 26M. Si algo repiten los expertos es que los manuales para interpretar qué va a hacer el elector ya no sirven. Sencillamente, no es válido pensar que lo que pasó el 28 de abril se va a repetir. Sánchez lo sabe y ha apostado por retrasar posibles negociaciones hasta conocer lo que ocurrirá en las autonómicas. A partir de aquí, todas las especulaciones siguen siendo válidas. No conviene olvidar, parafraseando al sociólogo Narciso Michavila, que “es más fácil saber qué van a hacer 36 millones de electores que 6 líderes políticos”.

El movimiento de Sánchez en todas las direcciones se explica porque él pudo hablar de lo que ha hecho