Dice el refrán que “solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”. Si hay que mantener un servicio sanitario para la población de entornos rurales, de forma obligatoria, ahí están ellos. Si hay que mantener abierto un establecimiento esencial para atender a la sociedad durante los meses más duros de la pandemia, mientras se cierran la práctica totalidad de sectores y se establece un confinamiento domiciliario, ahí están ellos. Eso sí, sin dotarles de protección —eran “riesgos inherentes a su profesión”, Fernando Simón, dixit—. Y, por qué no, si hay que sustentar económicamente el SNS con aportaciones económicas directas, ahí están ellos.

¿Quiénes son? Los farmacéuticos y farmacéuticas comunitarios. Oficialmente, “profesionales sanitarios” ya desde el Reglamento para las Subdelegaciones de Sanidad Interior del Reino de 1848 y, más cercano en el tiempo, la propia Ley 44/2003 de ordenación de las profesiones sanitarias. Pero aun así, en pleno 2021, todavía hay que recordarlo y defenderlo.

En la pandemia, los farmacéuticos han sufrido diversas desconsideraciones en reconocimientos oficiales que no tienen justificación

El pasado 15 de julio, el Gobierno otorgaba, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a los profesionales sanitarios fallecidos por la COVID-19. En el listado de los 122 sanitarios merecidamente condecorados no se encontraba ningún farmacéutico, aunque han fallecido hasta 22 profesionales y técnicos de farmacia. ¿El motivo? El Gobierno excluyó a este colectivo del reconocimiento.

Podría ser un olvido. Pero llueve sobre mojado. El Consejo General también tuvo que hacer gestiones para que los farmacéuticos fueran también reconocidos en el Premio Princesa de Asturias a la Concordia que iban a recibir todas las profesiones sanitarias, pero que obviaba en origen a la farmacia. Se rectificó, al menos. Y un poco más atrás, recordamos las manifestaciones y decisiones que, por ejemplo, dejaron a los farmacéuticos sin los EPIs de los que sí se dotó —como debía ser— al resto de sanitarios.

Sea olvido, desconocimiento y/o falta de empatía, no hay justificación. Los farmacéuticos son sanitarios. Quien no lo entienda o no quiera entenderlo, en especial si es decisor, tiene un problema. Y traslada otro a la sociedad.