A principios de esta semana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentaba el nuevo PERTE en Salud de Vanguardia. Un plan con el que se pretende, como afirmaba Sánchez “fomentar y fortalecer la protección de la salud colectiva e individual mediante un sistema de salud de altas prestaciones transformado digitalmente”. Este PERTE se enmarca dentro de los proyectos que el Ejecutivo promueve gracias a los fondos europeos Next Generation EU.
Se trata de una buena noticia para el sector. Contar con una estrategia cuyos puntos recogen demandas expuestas desde hace tiempo como el fortalecimiento de las capacidades del Sistema Nacional de Salud, el desarrollo y modernización de las capacidades industriales del país, fomentar las colaboraciones, reforzar la cohesión territorial y hacer que todas las partes implicadas actúen de manera conjunta, solo puede traer buenos resultados.
Todo ello teniendo en cuenta que el sector ha consolidado su relevancia, dando una rápida respuesta ante una situación de crisis sanitaria. En este sentido se expresaba el presidente de Farmaindustria, Juan López-Belmonte. “Estamos convencidos que, junto a la transición ecológica y la transformación digital, la revolución biomédica será el tercer vector que marque el desarrollo económico de un nuevo cuño para España”, apuntaba.
Con la teoría como base, es hora de materializar estas buenas intenciones e impulsar el SNS y la industria española para que ganen posiciones y recuperen competitividad respecto a otros países del entorno.
Como ya había anticipado el sector en numerosas ocasiones, la colaboración público-privada será fundamental para poner en primer plano la ciencia y la innovación producida en nuestro país.
Para que el PERTE sea exitoso, esta colaboración debe extenderse al diálogo entre todos los agentes sanitarios y la administración. Unión, de la que ambas partes pueden salir beneficiadas, además de repercutir positivamente en todos aquellos pacientes que precisen de ‘salud de vanguardia’.