El nuevo coronavirus chino (2019-nCov) originado en Wuhan se ha convertido, de momento, en la noticia del año. Los medios de comunicación realizan coberturas informativas casi al minuto, buscando actualizar lo máximo posible el número de casos, los países donde ha logrado llegar este virus y el número de fallecidos. Esta carrera por la noticia de última hora está provocando también un efecto de alarma que no se corresponde con los datos que se conocen a nivel científico.

Y es que, hasta el momento, podemos decir que el coronavirus no es tan peligroso como parece. La tasa de mortalidad del 2019-nCov es tan solo del 2 por ciento. Para ponerlo en contexto:el SARS alcanzó una tasa de mortalidad del 9,6 por ciento, el MERS, del 35 por ciento y el Ébola del 44 por ciento. Aunque es cierto que este nuevo coronavirus se propaga con bastante rapidez, el peligro de muerte es realmente bajo. De hecho, la gripe tiene una tasa de mortalidad mucho más alta. Solo en España, durante la temporada 2018-2019, la gripe causó 490.000 casos y 6.300 muertes, según el Centro Nacional de Epidemiología. En Estados Unidos las cifras aumentan de forma considerable, con 13 millones de casos de gripe, con un total de 10.000 personas fallecidas.

La tasa de mortalidad del 2019-nCov alcanza el 2 por ciento;un riesgo bastante bajo si se compara con otras patologías víricas

Pero, aunque la tasa de mortalidad no sea especialmente alta, el nuevo coronavirus chino es una patología que representa un nuevo reto para los sistemas sanitarios y para las compañías farmacéuticas. Estas últimas trabajan ya para conseguir dar con medicamentos que puedan prevenir y tratar esta patología. La farmacéutica Gilead ha comenzado recientemente un estudio para probar la eficacia de uno de sus antivirales en el 2019-nCov. Desde Janssen están usando sus tecnologías más innovadoras para hallar una vacuna candidato óptima. Una vez más la investigación demuestra su poder ante una crisis. Keep calm and I+D.