La reciente actualización de los precios de referencia de los medicamentos, publicada en el BOE por el Ministerio de Sanidad, ha producido, una vez más, descontento dentro del sector. El precio mínimo establecido, de 1,60 euros por medicamento, ha intensificado el debate sobre la sostenibilidad de un sistema que somete a las farmacias y a la industria a una espiral interminable de reducción de márgenes.
Luis de Palacio, presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), ha sido claro en sus declaraciones. «No solo no estamos de acuerdo con el precio mínimo que fijan, sino que queremos un margen mínimo.» Este es el centro de la cuestión: ¿Es sostenible para el sector una política de precios que baja constantemente los márgenes, mientras otro tipo de costes siguen al alza? Las continuas bajadas de precios están creando un escenario que pone en riesgo la calidad y la disponibilidad de los medicamentos. En este sentido, la industria farmacéutica, una de las principales impulsoras científicas, tecnológicas e industriales en las economías desarrolladas, también se ve atrapada en una dinámica de reducción de márgenes que puede comprometer tanto la calidad del servicio como la viabilidad del sistema.
Las continuas bajadas de precios están creando un escenario que pone en riesgo la calidad y la disponibilidad de los medicamentos
Lo que ha planteado de Palacio, al reclamar un suelo de márgenes, es una propuesta que busca proteger tanto a las farmacias como a los propios pacientes. “Siempre hay un techo, pero lo que no tenemos es un suelo”, ha apuntado. Si las farmacias siguen perdiendo margen de beneficio, el resultado será un sistema insostenible. Y aquí es donde surge la pregunta: ¿Realmente merece la pena ese ahorro a costa de asfixiar a los actores que garantizan el acceso a los medicamentos?
En el caso de los medicamentos genéricos, más del 50 por ciento se vende por debajo de los 1,60 euros, un nivel de precios que pone en jaque a las compañías y amenaza con desincentivar la inversión en innovación y en producción local. Además, aunque el precio bajo pueda parecer beneficioso para el consumidor, el impacto a largo plazo podría derivar en desabastecimiento de medicamentos. «No pueden bajar todo el rato el precio», advertía Enrique Ordieres, presidente de Cinfa, en una entrevista reciente con El Global, subrayando un problema que va más allá de las oficinas de farmacias. “El medicamento produce mucho valor a un precio mucho más que razonable”, apuntaba Ordieres. Por ello, en Cinfa quieren “seguir consiguiendo que estos medicamentos aporten valor y diferenciar la fabricación nacional de la exterior”.
Mientras Sanidad se plantea una modificación de la Ley del Medicamento, las expectativas sobre su implementación no son tan positivas. Tal y como ha señalado de Palacio, esta reforma requerirá apoyo parlamentario, lo que augura un proceso largo y cargado de incertidumbre. El propio secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, reconoció ante FEFE que, aunque el trabajo técnico se está adelantando, es probable que cualquier avance significativo dependa de la capacidad de futuras administraciones para culminar las reformas. Según el presidente de FEFE, este aspecto no debería estar condicionado por los tiempos políticos ni las complejidades legislativas. «Es poner un suelo para que la profesión no se prostituya,» ha afirmado con contundencia. En definitiva, no se trata únicamente de proteger el margen de beneficios del sector, sino de garantizar que el acceso a medicamentos y la calidad de la atención farmacéutica no se vean comprometidos.