GM Madrid | jueves, 12 de septiembre de 2019 h |

El 33 por ciento de los pacientes en tratamiento con inmunoterapia presenta efectos adversos relacionados con el aparato digestivo. A esta conclusión ha llegado un equipo de oncólogos y nutricionistas de MD Anderson Cancer Center Madrid liderados por Pedro Robledo, responsable de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética, tras poner en marcha un estudio observacional que, a día de hoy, cuenta con más de 300 pacientes.

“Desde el punto de vista nutricional, sabemos qué efectos secundarios nos podemos encontrar a nivel digestivo con la administración de quimioterapia y en qué tiempo pueden aparecer, algo que no ocurre con la inmunoterapia”, explica este especialista. Robledo añade además que “la inmunoterapia tiene una toxicidad más aguda en el ámbito nutricional, es más difícil de controlar y no hay tiempos marcados, por lo tanto, no sabemos cuánto puede tardar en aparecer”.

Los resultados de esta investigación ponen de manifiesto la importancia de añadir recomendaciones específicas a nivel nutricional para los pacientes en tratamiento con inmunoterapia, ya que actualmente las guías clínicas solo incluyen recomendaciones generales para quimioterapia y radioterapia.

“El estudio de la microbiota; es decir, los microorganismos y bacterias que habitan en nuestro intestino, nos ayuda a conocer el estado nutricional de los afectados y por tanto a mejorar la respuesta nutricional”, explica Robledo.

Se trata por tanto de una cuestión relevante para los pacientes porque “de nuestras investigaciones deducimos que, a diferencia de los que reciben quimioterapia, aquellos sometidos a inmunoterapia van a sufrir desnutrición sí o sí por no existir una serie de recomendaciones nutricionales que les ayuden a evitarlo”.

Por lo tanto, es crucial definir con exactitud cuáles son las alteraciones digestivas que se pueden producir en el sujeto para “orientar el soporte nutricional desde el principio (antes de comenzar con el tratamiento), como más a largo plazo, previendo la posible aparición de síntomas más agudos”, señala.

Desarrollo de la investigación

Para llegar a esta conclusión el equipo de Robledo decidió recoger información de todos aquellos pacientes que empezaban un tratamiento con inmunoterapia en MD Anderson Madrid, dividiéndolos en dos grupos: inmunoterapia o terapia combinada de quimioterapia e inmunoterapia.

Así no solo obtuvieron datos como el peso, la altura o la edad, sino que también se incluyeron alteraciones nutricionales para determinar variaciones de masa muscular y grasa, patrones biológicos de función hormonal, déficit vitamínico y microbiota. Además, se realizó a los participantes un cribado nutricional y un registro de consumo alimentario. Todo ello con el objetivo de “conocer qué cambios se producen a nivel digestivo y cómo ello afecta al estado nutricional de los pacientes”, aclara.

De esta muestra de 300 pacientes, el equipo de Robledo seleccionó 41 con cáncer de pulmón en tratamiento con un fármaco anti-PDL1 para presentar, durante las ‘I Jornadas Internacionales de Diabetes y Cáncer’ celebradas en Argentina, los primeros resultados de un estudio clínico que ha puesto de manifiesto el gran impacto nutricional que tiene la inmunoterapia en los pacientes oncológicos y la diferencia que existe con la quimioterapia o la radioterapia.

“Aunque 41 pacientes pueden parecer pocos, realmente es una muestra bastante representativa si la comparamos con la evidencia clínica disponible”, apunta Robledo, que destaca que no hay muchos estudios con pacientes cuyo objetivo principal sea medir el impacto nutricional de la inmunoterapia.

Inmunoterapia en enfermedad hematológica grave

En los próximos meses, el especialista tiene previsto presentar otro estudio clínico sobre el impacto nutricional del tratamiento con inmunoterapia en pacientes con enfermedades hematológicas graves.

Como una prueba más de la importante relación entre la microbiota y la inmunoterapia, un equipo de investigación de MD Anderson Cancer Center Houston demostró que los pacientes con melanoma y un nivel bajo de un grupo de bacterias (Akkermansia mucinila) obtenían peores respuestas y sufrían una mayor toxicidad al tratamiento que otro grupo de pacientes con melanoma que presentaban niveles normales. Además, cuando el nivel de estas bacterias se normalizaba, los pacientes obtenían respuestas mucho mejores al tratamiento.