Almudena Fernández Madrid | viernes, 27 de enero de 2017 h |

El sistema sanitario español podría necesitar un incremento de 48.000 millones de euros —lo que supone tres cuartas partes más del gasto actual— respecto a 2015 si no toma ningún tipo de medidas para modular el gasto (ver tabla), tal y como explicó a GM Manel Peiró, director del Institute for Healthcare Management de Esade en relación con los resultados del informe ‘Funding the gap. El futuro del sistema sanitario: ¿Será posible financiar el sistema y reducir las desigualdades en salud?’, elaborado por Esade y Antares Consulting. Éste sería el primer escenario (escenario máximo).

El informe contempla una segunda posibilidad (escenario posibilista), pues siguiendo las indicaciones de la Unión Europea, que permite que los estados tomen algunas medidas y decidan a qué destinar su dinero, el incremento del gasto del SNS se situaría en 32.000 millones. Sin embargo, todavía no se han precisado cuáles serán los cambios que se deberán abordar, pues serán materia de otro informe. Sobre este segundo caso, Peiró incidió en que para gastar menos, hay que hacer cosas, pero no se sabe “si el Estado está dispuesto a ello”.

El estudio detalla que el consenso sobre las causas que incrementan el gasto sanitario es amplio: la introducción de nuevas tecnologías sanitarias, el incremento de la inflación sanitaria por encima de la inflación general, el aumento continuado de la demanda y utilización de servicios y las ineficiencias sistémicas en el modelo de atención sanitaria.

Datos a largo plazo

Aunque estas causas son ampliamente conocidas, algunas de ellas tenderán a incrementarse. Algunos estudios del World Economic Forum, basados en proyecciones lineales a largo plazo sugieren que, si se proyectan estos datos a largo plazo, el gasto sanitario sobre el PIB podría superar el 20 por ciento en algunos países en el año 2040 si no se producen cambios fundamentales en las causas del mismo, y eso supondría doblar el gasto sanitario actual. Estos estudios, en los que se fundamenta la preocupación sobre la sostenibilidad del gasto sanitario se basan en proyecciones lineales del coste, una alta correlación entre el incremento del nivel socioeconómico y el gasto sanitario y un elevado peso relativo del envejecimiento de la población.

Además, la crisis económica había ocasionado ya una reducción importante de la inversión sanitaria en España. El concreto, desde que se inició len 2008, el gasto sanitario público fue disminuyendo y se situó en 2013 en 61.710 millones de euros, 8.900 millones menos que en 2009.

Analizando las diferentes partidas que componen el coste sanitario, se puede observar que este se ha reducido principalmente en las partidas de farmacia (2.930 millones de euros menos), servicios hospitalarios y especializados (1.830 millones de euros de reducción), inversiones (una rebaja de 1.700 millones de euros) y servicios primarios de salud (1.640 millones de euros por debajo).

Si se observa en términos relativos, destaca la disminución de los gastos de capital (las inversiones), que antes eran un 201 por ciento mayores (el gasto actual se sitúa en 850 millones y la reducción ha sido de 1.707 millones). En este sentido, también destaca la disminución en la inversión en salud pública, que eran un 74 por ciento superiores al gasto actual. No obstante, de entre estos gastos la reducción más significativa, en términos absolutos, es la de la partida de farmacia, ya que, además de ser la mayor, en términos relativos ha representado una reducción del 28 por ciento del actual, según recoge el informe.

También es reseñable la diferencia entre la reducción de la inversión en atención hospitalaria y AP. La rebaja en el gasto en hospitalaria ha sido de 1.800 millones de euros, mientras que en primaria ha sido de 1.600. No obstante, en términos relativos si se tienen en cuenta las cifras de 2013, la reducción en AP representó una disminución del 18 por ciento del gasto, mientras que en hospitalaria ha sido del cinco.

Respecto a la previsión del gasto en los próximos años que plantea este documento, el primer enfoque basa la proyección en la tasa de crecimiento histórica del coste sanitario, mientras que el segundo se basa en realizar la proyección del mismo según el modelo que plantean la Unión Europea y la OCDE, en el que, sobre la base de diferentes variables, se pronostica para cada país un nivel de gasto en función del PIB. En este escenario se contempla la posibilidad de una gestión activa del modelo sanitario que ayude a contener la evolución del mismo.

En el escenario máximo, el gasto público alcanzará casi los 115.000 millones de euros en el año 2025, por lo que casi se duplicará en los próximos diez años (48.000 millones de euros más en relación con 2015).

El escenario posibilista se basa en los estudios realizados por la Unión Europea, que proyectan el coste sanitario público en porcentaje sobre el PIB bajo la premisa de que el crecimiento no será lineal. Las principales hipótesis que baraja este modelo son que la mitad de los futuros años de vida ganados gracias al aumento de la esperanza de vida se obtendrán en buenas condiciones de salud, prevé que los estados puedan introducir medidas activas de contención de gastos, que ciertos costes no crezcan por igual en los países desarrollados —la innovación tecnológica, la productividad de la economía, los salarios y los productos sanitarios y la infraestructura—.

En el caso de España, la Unión prevé un incremento del coste sanitario público de entre 1,1 y 1,9 puntos sobre el PIB para el conjunto periodo 2013-2060, situándolo entre el siete y el 7,8 por ciento.

En este enfoque, el gasto público alcanzará casi los 97.000 millones de euros en el año 2025 (32.000 millones de euros más en relación con 2015).

Los resultados de ambos modelos muestran un rango de incremento del coste sobre 2015 de entre 32.000 y 48.000 millones. Considerando que el gasto sanitario público en 2015 se habrá situado previsiblemente en 64.833 millones de euros, esto significa que para 2025 se podría estimar entre 97.000 y 113.000 millones anuales.

“Como partimos de situaciones muy complicadas a priori, un sistema muy burocratizado, colonizado políticamente, con profesionales muy mal pagados, planteamos la pregunta: ¿piensan hacer alguna cosa?”, concluyó Peiró.