SANDRA PULIDO Madrid | viernes, 25 de agosto de 2017 h |

La medicina siempre había pensado que desde el momento en el que se abría la arteria coronaria de un corazón infartado existía una reparación estable y progresiva.

Tras dos años de estudio, Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) del Instituto de Salud Carlos III, de la Fundación Jiménez Díaz (FJD) y del Hospital Universitario de Salamanca han demostrado que no existe una restauración gradual del miocardio.

“Hasta ahora se consideraba que todo era progresivo y que ocurría en una única fase desde que se abría la arteria hasta que se reparaba”, explica el cardiólogo de la FJD e investigador del CNIC Borja Ibáñez, coordinador del estudio.

Se había asumido que inmediatamente después de un infarto se producía una reacción inflamatoria (caracterizada por un incremento del contenido de agua y células) en el tejido dañado y que esta permanecía estable durante al menos una semana con una reparación progresiva.

En 2015, este mismo equipo había empezado a cuestionar el viejo dogma, tras constatar que había dos fases muy diferentes.

“Utilizando la resonancia magnética, que es la mejor prueba no invasiva para comprobar la composición del músculo cardiaco, pudimos comprobar que había una fase inicial, nada más abrirse la arteria, que destruía el músculo cardíaco y desaparecía pasadas unas horas. Luego había una fase de inflamación que aparecía pasados unos días”, detalla Ibáñez, recientemente galardonado con el Premio a la Investigación Biomédica de la Fundación Banco Sabadell.

Al comprobar que existía una reacción inflamatoria bimodal en animales de experimentación, quedaba por demostrar lo más difícil: que en pacientes también ocurre esta reacción tan peculiar del músculo cardíaco.

“Paso mucho tiempo hasta que pudimos hacer esto en humanos porque la logística es complicada”. Para hacerlo se necesita un entorno muy especial donde se puedan realizar estudios de resonancia magnética dentro de las tres horas que siguen a la apertura de la arteria coronaria “para comprobar exactamente la fase de succión del músculo cardiaco”. En este tiempo los pacientes son vulnerables y necesitan apoyo clínico para el cuidado continuo durante el tiempo que dura la prueba.

Tratamiento personalizado

Este hallazgo va a tener implicaciones clínicas inmediatas que afectan no solo a ensayos clínicos en marcha sino a futuras búsquedas de tratamiento.

Ahora mismo, a las personas que sufren un infarto se les aplica un tratamiento estándar, “que en general beneficia a los pacientes”.

Con esta nueva información se podrán aplicar tratamientos personalizados en función de la magnitud de las dos ondas de inflamación. Algunos tratamientos “será mejor darlos solamente en la primera onda de inflamación y en algunos otros casos darlos solo en la segunda onda de inflamación”.

Se trata de “instaurar la medicina personalizada y el tratamiento de infarto basado en como se observa la composición del músculo cardíaco en la resonancia magnética”, añade el cardiólogo.

Ahora, el equipo del doctor Ibáñez se centra en demostrar que un tratamiento personalizado tiene mejor pronóstico para los pacientes.

Respecto a los ensayos clínicos, el descubrimiento de las dos fases hace replantearse el momento en el que debe estudiarse el daño irreversible de los pacientes. Actualmente se hacía en cualquier día post-infarto.

Los nuevos trabajos muestran que las resonancias magnéticas con este objetivo deben realizarse entre el día cuatro y siete tras el infarto, momento en el que la segunda onda inflamatoria es prominente y ocupa todo el área que estuvo sin riego sanguíneo durante el episodio.

Este trabajo es pionero en el mundo debido a que nunca antes se había estudiado con resonancia el corazón humano de manera tan cercana a la reperfusión del infarto.

El CNIC también trabaja en otra línea de investigación para encontrar las placas de colesterol en las arterias antes de que se produzca el infarto.