Desde que el anteproyecto de Ley de Farmacia de Madrid fue registrado en la Asamblea regional para iniciar su trámite parlamentario, el 6 de septiembre de 2018 —si bien aún no se conocía por entonces la fecha en la que se celebrarían las obligadas elecciones autonómicas de 2019—, arrancaba un tiempo de 7 meses (208 días) para enmendar, debatir, rehacer, votar, aprobar (o rechazar)… Y tantas acciones van aparejadas al recorrido de un proyecto de Ley en una Cámara.
No hizo falta esperar mucho tiempo para corroborar que el cajón del argumentario de la oposición para ‘desplazar’ esta Ley del foco principal de la Asamblea —y maquillar quizá su desinterés por debatirla— iba a ser tan amplio como el plazo que en origen había para tramitarla. La primera justificación —evitaremos hablar de excusas— aludía a la inclusión en el texto del concepto de Atención Farmacéutica Domiciliaria, una práctica que llegó a ser presentada como el apocalipsis de algunas profesiones sanitarias hermanas de la Farmacia.
Pues bien, poco tiempo duró la vigencia de esta justificación. Los propios padrinos del texto (Gobierno regional y COFM) ya indicaron su intención de matizar este “punto accesorio” de una ley de 84 artículos.
Tocaba pues sacar nuevos argumentos del cajón. El siguiente fue la existencia de un conflicto entre profesiones que los colegios regionales echaron por tierra al presentar un acuerdo calificado por ambos colectivos como “histórico”. Si las profesiones se habían puesto de acuerdo, ¿podrían (deberían) hacerlo los grupos?
Ya con la fecha electoral (26-M) y la disolución de la Asamblea abril) sobre la mesa, la nueva argumentación fue la falta de tiempo para tramitarla. Ahora un informe de la letrada de la Asamblea corrobora que sí había tiempo para su trámite. ¿Tocaba buscar una vez más en el cajón? Ya no hará falta. La realidad dice que la Ley de Farmacia no será posible esta legislatura. Entre tod@s la mataron y ella sola…. Ya saben el final.
El plazo que ha habido para tramitar la ley (208 días) ha sido tan amplio como el baúl de argumentos para dejarla ‘morir’