Sandra Pulido Madrid | viernes, 12 de julio de 2019 h |

Cada vez son más las voces y estudios que apuntan a la microbiota instestinal como posible causa del trastorno del espectro autismo (TEA). Sin embargo, los especialistas piden prudencia y reiteran que esta línea de investigación está todavía por demostrar su evidencia científica.

Víctor Soto, neuropsiquiatra del Hospital Niño Jesús, señala a GM que esta relación “todavía no está comprobada” y “que los resultados son muy variables”.

Para empezar, “no todos los niños con autismo tienen la misma microbiota y actualmente nos encontramos en el punto de intentar descubrir si los niños con TEA tienen una microbiota diferente a los menores que no padecen autismo”, afirma el neuropsiquiatra.

“El siguiente paso será, si comprobamos que tienen una microbiota diferente, averiguar si este hecho se relaciona con los síntomas del autismo. Eso tampoco está demostrado ya que tú puedes tener una microbiota diferente sin que ello signifique que sea la causa de un trastorno”, continúa Soto, quien reconoce que “hay muchas líneas de investigación y que se están haciendo estudios que pueden indicar que esto tiene algún sentido, pero estamos en un primer escalón”, añade.

Trasplante de bacterias

La relación de la microbiota con el autismo también ha ido acompañado de la supuesta efectividad de los trasplantes de bacterias intestinales para reducir gravedad de la sintomatología asociada a este trastorno.

Ante esto, Soto recuerda que el TEA es “un gran cajón de sastre que implica varias enfermedades y es raro que encontremos una única causa para enfermedades con etiología diferente, al igual que un único tratamiento”. Por tanto, teniendo en cuenta que hay que pasar por los dos puntos mencionados anteriormente, “el tercer punto sería averiguar si tratando la disbiosis intestinal se mejoran los síntomas, y uno de los tratamientos sería el trasplante fecal” pero antes de llegar a ello, “lo normal sería tratar con probióticos y prebióticos”, subraya Soto.

El trasplante fecal sería la última opción. “Faltan muchos pasos antes, no se está utilizando en la práctica habitual y no es un tratamiento demostrado en el autismo. Otra cuestión es que haya estudios que indiquen que hay que estudiar esa vía”, aclara.

La evidencia científica

El especialista del Hospital Niño Jesús acentúa que la evidencia científica actual es que todavía no han comprobado si existe una disbiosis intestinal en los niños con autismo. “Estamos en una fase abierta de investigación, que ojalá funcione, y que tiene algo de base científica seguro, pero aún no sabemos cuál es”, precisa. Por lo que el neuropsiquiatra reitera que hay que ser muy “prudentes con este tema” porque da lugar a una “alarma social” y unas expectativas altas que no son reales.

Este alarmismo que cita el especialista ha llevado a casos extremos a algunas familias, según su propia experiencia. “Yo he vivido con mucha gente situaciones en las que se dejan un dinero que no tiene en personas que les aseguran que los probióticos mejoran el autismo, cobrándoles 1.500 euros. Familias que se van hasta Estados Unidos y que hipotecan sus casas…Hay mucho dinero de por medio”, insiste Soto.

Cada vez son más las voces y estudios que apuntan a la microbiota instestinal como posible causa del trastorno del espectro autismo (TEA). Sin embargo, los especialistas piden prudencia y reiteran que esta línea de investigación está todavía por demostrar su evidencia científica.

Víctor Soto, neuropsiquiatra del Hospital Niño Jesús, señala a GM que esta relación “todavía no está comprobada” y “que los resultados son muy variables”.

Para empezar, “no todos los niños con autismo tienen la misma microbiota y actualmente nos encontramos en el punto de intentar descubrir si los niños con TEA tienen una microbiota diferente a los menores que no padecen autismo”, afirma el neuropsiquiatra.


Investigación
El primer paso es comprobar si los niños con TEA tienen una disbiosis distinta a los demás niños


“El siguiente paso será, si comprobamos que tienen una microbiota diferente, averiguar si este hecho se relaciona con los síntomas del autismo. Eso tampoco está demostrado ya que tú puedes tener una microbiota diferente sin que ello signifique que sea la causa de un trastorno”, continúa Soto, quien reconoce que “hay muchas líneas de investigación y que se están haciendo estudios que pueden indicar que esto tiene algún sentido, pero estamos en un primer escalón”, añade.

Trasplante de bacterias

La relación de la microbiota con el autismo también ha ido acompañado de la supuesta efectividad de los trasplantes de bacterias intestinales para reducir gravedad de la sintomatología asociada a este trastorno.

Ante esto, Soto recuerda que el TEA es “un gran cajón de sastre que implica varias enfermedades y es raro que encontremos una única causa para enfermedades con etiología diferente, al igual que un único tratamiento”. Por tanto, teniendo en cuenta que hay que pasar por los dos puntos mencionados anteriormente, “el tercer punto sería averiguar si tratando la disbiosis intestinal se mejoran los síntomas, y uno de los tratamientos sería el trasplante fecal” pero antes de llegar a ello, “lo normal sería tratar con probióticos y prebióticos”, subraya Soto.

El trasplante fecal sería la última opción. “Faltan muchos pasos antes, no se está utilizando en la práctica habitual y no es un tratamiento demostrado en el autismo. Otra cuestión es que haya estudios que indiquen que hay que estudiar esa vía”, aclara.


Alarmismo
“Se dejan un dinero que no tienen en personas que les aseguran que los probióticos mejoran el autismo”


La evidencia científica

El especialista del Hospital Niño Jesús acentúa que la evidencia científica actual es que todavía no han comprobado si existe una disbiosis intestinal en los niños con autismo. “Estamos en una fase abierta de investigación, que ojalá funcione, y que tiene algo de base científica seguro, pero aún no sabemos cuál es”, precisa. Por lo que el neuropsiquiatra reitera que hay que ser muy “prudentes con este tema” porque da lugar a una “alarma social” y unas expectativas altas que no son reales.

Este alarmismo que cita el especialista ha llevado a casos extremos a algunas familias, según su propia experiencia. “Yo he vivido con mucha gente situaciones en las que se dejan un dinero que no tiene en personas que les aseguran que los probióticos mejoran el autismo, cobrándoles 1.500 euros. Familias que se van hasta Estados Unidos y que hipotecan sus casas…Hay mucho dinero de por medio”, insiste Soto.