J. R-T. Madrid | viernes, 12 de julio de 2019 h |

Hay fuegos tan intensos que incluso cuando se cree que se han apagado basta cualquier excusa para que las llamas vuelvan a avivarse. La tensión vivida entre médicos y enfermeros acerca del Real Decreto por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos por parte de estos últimos fue de tal calibre que la conciliación tardó en llegar tres años y, visto lo visto, solo era fachada.

La historia comenzó hace unos días cuando la Consejería de Salud de la Comunidad Valenciana reguló el proceso de acreditación necesario para que los enfermeros pudieran actuar conforme a este Real Decreto. Lo que pudo ser un proceso normal se descontroló por unas declaraciones desafortunadas de la consejera Ana Barceló de las que se puede inducir que el médico no hace bien su trabajo. “Se gana en seguridad, se reduce la automedicación y los efectos secundarios de los fármacos y disminuirá el gasto farmacéutico”, dijo la consejera para después añadir que “se reducirá el gasto sanitario al permitir un mayor control del uso de los medicamentos por parte de estos profesionales (enfermeros), que tienen un contacto más frecuente y directo con los pacientes”. Y todo ello tras usar una palabra que parece tabú: prescripción.

Desde ese momento hasta hoy no han parado de sucederse comunicados y declaraciones de una parte y otra. Los colegios de médicos de Alicante, Valencia y el sindicato de la Comunidad Valenciana han solicitado la rectificación a la consejera por “no existir la prescripción enfermera”. Además, y respecto a las polémicas declaraciones de Barceló, los profesionales médicos aseguran que se les menosprecia en el ejercicio de su profesión. “No se ajusta a la verdad y atenta contra nuestra honorabilidad y dignidad como médicos, profesionales sanitarios y empleados públicos, pues perfectamente se puede inferir que, los hasta ahora responsables de la prescripción y seguimiento terapéutico, es decir, los médicos no ejercemos de forma satisfactoria esta función”, explican.

La respuesta de los enfermeros no se hizo esperar y llegó desde dos flancos. Por un lado criticó las declaraciones del sindicato CESM por cuestionar su profesionalidad. “Dicen que la prescripción enfermera puede poner en riesgo la atención sanitaria por ser una prescripción devaluada y la salud de los pacientes queda expuesta”. Además, recuerdan que la obligación de la Comunidad Valenciana es haber reglado las acreditaciones necesarias para poder indicar medicamentos. “En modo alguno cabe objetar nada a la Resolución de la Consejería Valenciana, que se ha limitado a dar cumplimiento en su ámbito territorial a lo establecido en la Ley del Medicamento y su Real Decreto de desarrollo”, afirman desde el Consejo General de Enfermería.

La polémica evidencia que las reticencias entre profesiones sigue latente a pesar de que el Foro firmase la paz mediante la aceptación del Real Decreto. Además, la acreditación realizada por la Comunidad Valenciana se repetirá en el resto de territorios, por lo que las aguas pueden volver a perder de vista el cauce.


Palabra tabú
El uso del término prescripción reabre heridas que no han terminado de cicatrizar entre profesionales



Las palabras de Barceló
De las declaraciones de la consejera se puede interpretar que el médico no hace bien su trabajo