44º Congreso AEEH

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E.M.C. Madrid | viernes, 22 de febrero de 2019 h |

A estas alturas, ya nadie duda de que existen herramientas para eliminar la hepatitis C. El reto ahora pasa, tal y como insisten los expertos, por implementar estrategias para que el tratamiento llegue a todos los pacientes, diagnosticados y no detectados. Javier Crespo, jefe del Servicio de Digestivo del Hospital de Valdecilla, moderador del simposio “Retos actuales en el abordaje del VHC: Buscando soluciones juntos”, organizado por Abbvie, ha recordado que esta estrategia debe ser única, y ha de contar con dos brazos. “Hace falta macroeliminación, un cribado de la población con más probabilidad de estar infectada, y también hay que llevar a cabo una estrategia de microeliminación. Mientras la primera depende de la Administración, la segunda es cosa nuestra”, sentenció. “Tenemos que buscar los focos primarios, allá donde sabemos que el riesgo es mayor”, insistió.

En esta búsqueda de soluciones, Sabela Lens, hepatóloga del Hospital Clínic de Barcelona, Inmaculada Fernández, especialista del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, y Javier Ampuero, hepatólogo del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, ofrecieron su experiencia al respecto.

Crespo hizo hincapié en que tanto los numerosos ensayos clínicos como los resultados en vida real permiten afirmar que el fármaco que combina glecaprevir con pibrentasvir (desarrollado por Abbvie como Maverit) constituye un tratamiento pangenotípico seguro, sin ningún efecto secundario destacable. “Una opción terapéutica con una gran eficacia, entre el 95 y el 100 por cien de los pacientes”. Destacó asimismo que la mayor parte de los pacientes actuales, que reciben el tratamiento con la enfermedad poco avanzada, pueden ser curados con ocho semanas de tratamiento.

Entre otros puntos, los expertos coincidieron en la necesidad de que sea el especialista, e incluso el tratamiento, quien se acerque al entorno del paciente. Sabela Lens recordó, a modo de ejemplo, que una encuesta realizada en Cataluña en los centros de adicciones establecía que solo una tercera parte de las personas diagnosticadas llegaban al especialista e iniciaban el tratamiento, en comparación con un 70 por ciento de diagnosticados que sí llegaban al infectólogo. En este grupo de riesgo resulta fundamental desplazarse hasta el centro y plantear la dispensación del tratamiento a la par que se entrega, por ejemplo, la metadona.

Otra observación curiosa corrió a cargo de Javier Ampuero, que recordó la perspectiva desde el ámbito de la farmacia hospitalaria en aquellos pacientes que reciben tratamiento para la hepatitis C y presentan otras comorbilidades. Un estudio realizado por el Hospital de Valme, según expuso, alerta de que “la adherencia a la medicación concomitante disminuye durante el tratamiento frente al VHC. Además, la coinfección y polifarmacia empeora la adherencia al tratamiento concomitante. Por tanto, será necesario realizar intervenciones farmacéuticas para evitarlo.” Es un argumento más —concluyó el experto— para intentar acortarlo”.