Congreso Internacional de la Sociedad de Trombosis y Hemostasia (Isth 2017)

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CARMEN M. LÓPEZ Enviada especial a Berlín | viernes, 14 de julio de 2017 h |

Al igual que las fichas de un dominó, el factor VIII con su movimiento activa al resto de sus compañeros de viaje: el factor IX y X para seguir su camino. Se trata de un impulso que consigue poner en marcha a las proteínas encargadas de la coagulación, pero a veces la cadena se interrumpe.

En una persona sana, cuando presenta una hemorragia, es precisamente este ejercicio el que se encarga de reunir a los factores de la coagulación como paso previo a la formación de un coágulo de sangre que ayuda a detenerla. Una ecuación perfecta. Sin embargo, en pacientes con hemofilia A, cuando este proceso se interrumpe, por la ausencia del factor VIII, y las proteínas que se tienen que unir a través de las terapias estándar presentan resistencias, es uno de los principales problemas en el abordaje de esta enfermedad.

Las consecuencias de este trastorno genético para el paciente se traducen en la inadecuada coagulación de la sangre, causando hemorragias incontroladas y, con frecuencia, espontáneas. Para avanzar en este sentido, y sacar a la palestra las terapias que están por llegar tuvo lugar Congreso Internacional de la Sociedad de Trombosis y Hemostasia (ISTH 2017).

Aunque tradicionalmente ha sido conocida como la enfermedad de la realeza, actualmente la hemofilia afecta a cerca de 320.000 personas en todo el mundo, y aproximadamente el 50-60 por ciento sufre una forma severa. Como explica Daniel Anibal, presidente de Fedhemo, estas hemorragias pueden presentar un importante problema de salud, ya que a menudo causan dolor y pueden provocar inflamación crónica, deformidad, movilidad reducida y daños a largo plazo en las articulaciones. Además de afectar la calidad de vida, estas hemorragias pueden poner en peligro la vida si afectan a órganos vitales, como el cerebro.

En España, Víctor Jiménez-Yuste, jefe de Servicio de Hematología del Hospital La Paz de Madrid, indica que la hemofilia A afecta a cerca de 2.700 personas. Aunque su tratamiento estándar incluye el uso de terapias de reemplazo de dicha proteína de forma exógena, un tercio de los pacientes desarrolla en su sistema inmune anticuerpos específicos, conocidos como inhibidores del factor VIII, que bloquean su eficacia, y dificultan el control de la hemorragia. Es cuando la ‘ficha’ se detiene.

La mayoría de estas personas son tratadas con CCP, ya sea bajo demanda o como tratamiento preventivo para controlar las hemorragias. Sin embargo, el manejo de estos pacientes a futuro parece que ofrecerá más posibilidades.

Las buenas noticias vienen de la mano de dos estudios en fase III que pueden cambiar el abordaje de esta enfermedad. Se trata del Haven-1 y Haven-2, con el anticuerpo monoclonal biespecífico, emicizumab, codesarrollado por las compañías Chugai, Roche y Genetech, y presentado durante el encuentro internacional.

Los resultados del Haven-1 han demostrado que su uso como tratamiento profiláctico puede reducir hasta en un 87 por ciento la tasa de sangrados en los pacientes que desarrollan resistencias al tratamiento estándar. “Un cambio de paradigma y un nuevo estándar del tratamiento de la hemofilia A”, a juicio de Johannes Oldenburg, del Instituto Experimental de Hematología y Medicina de Transfusión de la Universidad de Bonn.

Este nuevo fármaco, que se administra por vía subcutánea una vez a la semana, incorpora el mecanismo de acción perfecto para que siga su ritmo. De manera que pese a la ausencia del factor VIII, consigue unir a las siguientes proteínas de dicha cadena (los factores IX y X) para reactivar el proceso natural de la coagulación.

Resultados

En este sentido, después de seis meses con el tratamiento los pacientes de más de 12 años presentaron una media de 2,9 sangrados, frente a los 23,3 que sufrió el grupo con tratamiento estándar con agentes de ‘by pass’ a demanda. Para Jiménez-Yuste estos datos suponen un “cambio radical” en el abordaje de este grupo con una necesidad no cubierta, porque “con los inhibidores no teníamos cómo proteger a los pacientes de las hemorragias”. Es más, hasta el 62,9 por ciento de los pacientes no fue tratado de ningún sangrado en el periodo de estudio.

Además, el estudio también mostró un buen perfil de seguridad, ya que solo un cinco por ciento experimentó efectos secundarios como reacciones locales en el lugar de la inyección, dolor de cabeza o fatiga.

Anibal, por su parte, también destacó que el hecho de que su administración sea semanal, en lugar de cada dos o tres días como los tratamientos actuales, supone una ventaja para los pacientes, mejorando su calidad de vida.

Otro desafío que se plantea para los especialistas es el abordaje de los inhibidores del factor VIII en niños. Como indica Jiménez-Yuste, no solo son difíciles de abordar las hemorragias, sino que los tratamientos actuales pueden requerir de frecuentes infusiones intravenosas y, por tanto, llevar un port-a-cath o un dispositivo de acceso venoso central.

Haven-2 se ha encargado de este grupo de pacientes. Los resultados intermedios del único brazo en niños menores de 12 años con inhibidores que recibieron emicizumab en profilaxis son consistentes. Guy Young, director del Programa de Hemostasia y Trombosis del Hospital Infantil de Los Ángeles, destacó que el fármaco puede contribuir a prevenir los sangrados en niños que desarrollan inhibidores, y con la misma dosis que se ha probado en población adulta y adolescente.

Tras una mediana de seguimiento de 12 semanas, el estudio mostró que solo uno de los 19 niños que recibieron emicizumab reportó un sangrado tratado.

Con todo, una nueva realidad está coronando el campo de la hemofilia. El Isth anticipó hacia donde va el futuro (Haven-3 y Haven-4). Un nuevo escenario que podría truncar el ‘reinado’ de esta enfermedad.


Los pacientes con emicizumab presentaron una media de 2,9 sangrados, frente a los 23,3 con tratamiento estándar



Los datos de los dos estudios han sido presentados a la FDA y EMA para la solicitud de comercialización