Alberto Cornejo Madrid | viernes, 23 de febrero de 2018 h |

En el objetivo que nos ocupa —y que ocupó al VII Foro de la Distribución Farmacéutica organizado el 20 de febrero por Fedifar en colaboración con Merck—, que es realizar una radiografía de los desabastecimientos de medicamentos, las complicaciones vienen desde el inicio. ¿Qué se entiende oficialmente por desabastecimiento? ¿Qué criterios se deben tener en cuenta, y por quién, para considerar tal situación? Ya lo recordó en este foro Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos: “una cosa es el desabastecimiento reconocido oficialmente y otra la falta de suministro que sufren las oficinas de farmacia en su día a día”.

De este aviso de Aguilar puede extraerse una primera conclusión. Todo desabastecimiento supone faltas, pero no siempre las faltas son declaradas por la Administración como desabastecimientos. Cuando menos, no con la celeridad que se necesita. Esta incertidumbre es corroborada desde la propia Administración. “Es difícil tener un indicador común para anticipar dónde hay un problema (desabastecimiento) y dónde no”, apuntó en este encuentro César Hernández, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española del Medicamento.

La Administración dispone de sus estrategias para intentar prevenir estas situaciones, como es el Plan de Garantía de Abastecimiento o el Plan de Control de Mercado, el cual solo alcanza al 1 por ciento de los medicamentos comercializados en España (se quiere llegar al 5 por ciento). Pero otro de los problemas para identificar estas situaciones radica en que otras herramientas desarrolladas por la profesión farmacéutica, como el Centro de Información de Suministro de Medicamentos (Cismed) promovido por el CGCOF y en el que ya más de 6.000 boticas aportan datos a tiempo real sobre faltas a pie de mostrador no genera completa confianza. “Hay organismos sanitarios que no se creen sus datos, por lo que pasa mucho tiempo hasta que se da por oficial ese desabastecimiento”, opina Miguel Ángel Gastelurrutia, académico y farmacéutico comunitario.

En este sentido, actualmente la Aemps contabiliza en torno a 250 problemas de suministro de medicamentos “activos” (ver información contigua). “Parece ser que el único dato válido es el de la Administración y a veces eso supone ponerse una venda en los ojos”, denuncia el presidente del CGCOF. Sea cual sea la cifra exacta, “cualquier desabastecimiento es un fracaso de la prestación farmacéutica”, considera Eladio González, presidente de la patronal nacional de la distribución de gama completa y anfitriona de este foro.

Lo económico, sospechoso habitual

Si ya es difícil el consenso en torno a la definición de desabastecimiento, la identificación de la causa que lo ha originado puede llegar a resultar misión imposible. Según los datos que maneja la Federación Internacional Farmacéutica (FIP) presentados en este encuentro por su interin CEO, Ema Paulino, un 8 por ciento se deben a aumentos “imprevistos” de la demanda que no preveía el proceso de producción. Otro 17 por ciento son consecuencia de interrupciones en la cadena de producción.

Sin embargo, lo más preocupante, y que dificulta tanto la detección como la gestión a posteriori del problema, es que el 47 por ciento de desabastecimientos presenten causas “desconocidas”. En este sentido, lo económico suele ser ‘sospechoso habitual’. “Estoy convencida que todas estas situaciones están relacionadas con la economía. Los Gobiernos deberían saber que cuando bajan mucho los precios se establece una presión sobre los agentes de la cadena”, opina la representante de FIP.

Esa presión gubernamental sobre los precios de los medicamentos hasta umbrales límite, la diferencia de precios internacionales (que favorece el ilegal comercio inverso) y otras medidas de recorte pueden provocar la pérdida de interés comercial de la producción de ciertas presentaciones, favorecer el (legal) comercio paralelo, el cambio de estrategias productivas de los fabricantes, etc. Cuando se ‘señala’ a este agente de la cadena, la industria se defiende: “los motivos económicos son minoritarios” apuntó Humberto Arnés, director general de Farmaindustria.

A su parecer, las principales causas “son impredecibles y en torno a los procesos productivos, como la que puede casar una catástrofe natural que acaba con un principio activo o una epidemia que amplia la demanda; como ocurre en cualquier actividad fabril”.

La gestión: ‘sálvese quien pueda’

En el Foro se puso de manifiesto la falta de transparencia sobre las causas –sean o no económicas-, así como la inexistencia de protocolos comunes internacionales de información que permitan anticiparse a estos problemas. “No hay suficiente información para evaluar la magnitud del problema, ni un sistema internacional que detecte las faltas, estandarice las causas y calaice la información”, apuntó la representante de la FIP.

En 2013, la FIP emitió una serie de recomendaciones para abordar de forma integral un problema que tiene como principal afectado al paciente . Entre ellas se encuentran esa mayor transparencia -en especial respecto al tiempo en el que se mantendrá un desabastecimiento- y una mejor coordinación entre agentes. “Cuando las soluciones son integradas, los resultados son mejores”, ha apuntado la representante de FIP. “La información tiene que fluir de forma rápida”, añade el presidente de Fedifar.

Asimismo, en este Foro de la Distribución se apuntaron otras. Por ejemplo, facilitar la gestión clínica desde las farmacias favoreciendo la sustitución por otra alternativa terapéutica y no “la caja por caja”. También establecer mecanismos de alertas a tiempo real para los prescriptores, “para que paralicen nuevas prescripciones de un medicamento en desabastecimiento y busque otras alternativas terapéuticas”, propone González.

Otro aspecto más que mejorable es la inexistencia de protocolos oficiales ‘sobre el terreno’ para la gestión de un desabastecimiento y que obliga a que cada agente sanitario haga la “guerra por su cuenta”. “En las consultas intentamos evitar el peregrinaje del paciente farmacia por farmacia y buscar una equivalencia terapéutica”, indica Carmen Valdés, médica asistencial en el centro de salud de Fuencarral (Madrid).

Esta facultativa corrobora que no existen protocolos “más allá de los contactos personales con las farmacias del entorno del centro de salud”. “Cuando hay una falta, intentamos hacer todo lo posible para encontrarlo. Desde buscar en otros almacenes a llamar a farmacias amigas”, confirma Gastelurrutia. “Los consumidores pedimos transparencia”, pide Ana Sánchez, responsable de Salud de OCU.

La ‘vía verde’ de Portugal

Como se denuncia desde la Federación Internacional Farmacéutica (FIP), el desabastecimiento es un problema “global” que no se traduce en una gestión coordinada internacional. No hay país que no se libre de este problema, y cada cual cuenta con su propia estrategia sino para anticiparse, sí para minimizar su impacto. En este sentido, Portugal está probando el pionero proyecto ‘Vía Verde’. Todos los almacenes mantienen un stock específico de medicamentos vulnerables de desabastecimiento para situaciones urgentes. Como detalla Ema Paulino, interin CEO de FIP y titular de farmacia en Lisboa, estos stocks no pueden movilizarse “salvo pedidos específicos para pacientes específicos”. Así, la farmacia solo puede obtener el fármaco tras recibir una receta. Además de asegurar el acceso, se consiguen otros objetivos: evitar que las boticas hagan acopio de presentaciones “en falta” y solucionar el problema “respetando la cadena tradicional de suministro”, detalla.