| viernes, 13 de septiembre de 2019 h |

La sociedad ya está anestesiada ante el uso político de algunos temas sociales. Forman parte de ese tira y afloja eterno entre las diversas concepciones de entender un país e incluso fomentan el debate de la ciudadanía. Sin embargo hay una regla no escrita que obliga a alejar ciertos asuntos de la confrontación política por la obscena deshumanización que provocan. El ejemplo más claro de esto son las víctimas del terrorismo, que ya chirría cuando se usan de forma partidista. Pero la sanidad (como la educación también) son, por el contrario, el típico campo de batalla de las ideologías. Evidentemente que no se puede obviar las diferentes concepciones que se tienen de un servicio público capital para los ciudadanos pero también es cierto que existen algunos casos concretos, especialmente los que se encargan de articular correctamente derechos sociales, que deberían ser tratados desde la óptica correcta.

Incluir un debate sobre la eutanasia en los esterterores de una legislatura fatua, infructuosa y por momentos desesperante es un error garrafal. La repetición electoral es ya tan evidente que admitir a trámite un proyecto de ley es una estafa, sobre todo para los más afectados por la situación concreta que se pretende legislar. Una falta de respecto y de sensibilidad, tanto por las esperanzas que se verán truncadas como por el enfoque que tuvo el debate. Porque si lo primero es ya de por sí grave, cercenar el aspecto sanitario del debate para centrarlo en una batalla ideológica de las más viejas es aún peor.

Una de las pruebas más flagrantes de esto último es que ninguno de los cinco partidos políticos con mayor representación en la Cámara Baja usó a sus portavoces de la Comisión de Sanidad. Y es que el debate no iba sobre la pertinencia o no de desarrollar legislativamente la eutanasia en nuestro país, ni siquiera sobre las aristas que de esta práctica recaerán sobre profesionales sanitarios, pacientes y sus allegados. Lo que se vio en el Congreso de los Diputados es, sencillamente, el pistoletazo de salida de una precampaña que se confirmará el próximo 23 de septiembre.