| viernes, 03 de enero de 2020 h |

Los avatares de la política dejan un balance extraño de 2019. Un año en el que la sanidad ha sorteado como ha podido los males endémicos de nuestro Sistema Nacional de Salud con un equipo en funciones al frente del Ministerio de Sanidad desde el pasado mes de marzo.

Hay que admitir, contra el pronóstico de muchos, que el equipo liderado por María Luisa Carcedo no ha bajado el ritmo a pesar de la incertidumbre. Incluso cabe pensar que la médico de familia ha tomado estos diez meses como una suerte de concurso de méritos para que, llegado el caso, Pedro Sánchez, revalide su confianza.

Ya en funciones, Carcedo se afanó en sacar adelante un Marco Estratégico para la Atención Primaria como respuesta a la situación desesperada denunciada por los médicos del primer nivel asistencial en buena parte de las comunidades autónomas de nuestro país. El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (Cisns) estudiaba este documento en un encuentro extraordinario en abril y algunas de las medidas urgentes planteadas ya se han materializado.

A menos de un mes, un nuevo pleno del Cisns abordaba asuntos como la lista de centros designados para el uso de los medicamentos CAR-T, y tras el parón estival, a mediados de octubre, y con una nueva convocatoria electoral de fondo, el gobierno y las comunidades autónomas aprobaban las condiciones generales de adquisición y suministro de medicamentos de terapia avanzada de producción pública, entre otros temas, en nuevo pleno.

Tras las segundas elecciones en noviembre, Carcedo presidió un nuevo encuentro con los consejeros, esta vez por videoconferencia, con un punto principal en el orden del día, el reparto de fondos a las comunidades autónomas para estrategias de mejora de los Sistemas de Información del SNS.

La vocación de diálogo que ha presidido la gestión de este gobierno interino también ha trascendido a la esfera de los pacientes. El equipo ministerial no ha dudado en contar con su voz en el diseño de estos y otros planes, como la revisión de la estrategia de cronicidad, en cuya evaluación han participado de forma activa, o en la actualización del plan de fomento de biosimilares, que vio la luz a mediados de octubre.

Sin embargo, y a pesar del esfuerzo por seguir adelante como si nada, quedan grandes temas por resolver, como el nuevo plan de genómica, un nuevo plan nacional de cáncer o o la revisión de la estrategia de Salud Mental. Empresas de calado que solo se acometerán con éxito con Comisiones de Sanidad en Congreso y Senado y responsables ministeriales que pierdan esa etiqueta de provisional que les ha acompañado en estos meses.

Por cierto, solo uno de estos puntos, la reforma de la Estrategia de Salud Mental con el acento en la prevención del suicidio, queda reflejada en el acuerdo programático de PSOE y Unidas Podemos de un más que posible gobierno. Pronto saldremos de dudas.